rocío

Emigrantes se despide de la Virgen de la Cinta

  • La filial onubense pide protección a la Patrona de Huelva de cara a la romería

  • Los rocieros pasan una cálida jornada de convivencia en la casa de hermandad

Huelva ya huele a Rocío. El inicio del mes de mayo, tradicionalmente dedicado a María, volvió ayer a echar a las calles a un buen número de rocieros de la capital, que ultiman durante estos días los preparativos para la romería.

Un año más, como desde hace 32 años, la Hermandad de Emigrantes acudió al santuario de Nuestra Señora de la Cinta, donde cada 1 de Mayo se celebra una eucaristía que, además de estrechar los vínculos entre ambas devociones marianas, Cinta y Rocío, simboliza la particular despedida que la filial rociera realiza a la Patrona de Huelva, por la que se le pide una romería satisfactoria y sin incidentes.

El día elegido para la celebración eucarística tiene, curiosamente, mucho significado histórico para la hermandad. El 1 de Mayo es la festividad de San José Obrero y el Día Internacional del Trabajo, que representa los orígenes mismos de la filial rociera, toda vez que ésta fue creada en Alemania por trabajadores onubenses que tuvieron que emigrar al país europeo en los años 50 y 60 del siglo XX.

El evento comenzó poco antes de las 12:00, cuando una comitiva encabezada por el grupo de tamborileros y la junta gestora que rige la Hermandad de Emigrantes, presidida por Fernando Ramírez, bordeó el santuario y, tras pasar por la plaza de los Capellanes, fue recibida en el patio interior por la junta gestora la Hermandad de Nuestra Señora de la Cinta, presidida por Bienvenido González, tras lo cual dio comienzo la eucaristía, oficiada por el director espiritual de la filial rociera, Luis Espina, y concelebrada por Andrés Vázquez, rector del santuario. Los sones musicales los puso el coro rociero de la Hermandad de Emigrantes.

Al término de la eucaristía, antes de las 13:00, el Simpecado de la concha peregrina abandonó el santuario y fue llevado al cercano convento de las Madres Oblatas de Cristo Sacerdote, quienes bordaron el estandarte rociero entre 1989 y 1990. En el interior del monasterio se vivieron momentos de emoción, con el canto de varias sevillanas y la Salve rociera de Emigrantes, ante la atenta mirada de las religiosas.

Finalizados los actos religiosos, los rocieros de Emigrantes vivieron una animada jornada de convivencia en la casa de hermandad de la capital, con una degustación gastronómica y momentos de unión previos a los días grandes de la romería.

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