Huelva

Domingo de playa, la seña de Huelva

  • Ambiente en el litoral onubense en el mes preferido por los veraneantes locales y visitantes

Una mujer, en primer plano, descansa en la playa.

Una mujer, en primer plano, descansa en la playa. / Rafa del Barrio

Hay estampas que ni una pandemia puede hacer sombra. Son aquellas que se integran en la serpiente de colores que forman las sombrillas que acampan en agosto en el litoral onubense. Son los castillos de arena que hacen frente a la fuerza de la marea creciente; los remojones que el oleaje causa cuando la colchoneta hinchable no termina de conjugar con el cuerpo; las neveras que refrescan las tórridas tardes en esta esquina del sur occidental; y la desbordante alegría de unos niños que construyen sus recuerdos al vaivén de las olas. 

Hay pocos momentos más onubenses que broncearse bajo la luz que ilumina un paraíso sin igual. Un domingo de agosto en Huelva es sinónimo a ritual. A buscar aparcamiento en una zona que lleva tu nombre. A cargar con los trastos a través de un sendero de arena fina que desemboca en la espuma y la sal. A jugar con la brújula del viento en busca de un hueco entre una naturaleza calma, virgen y de postal.

Un domingo de agosto en la Costa de Huelva es un antojo que no entiende de modas porque su influencia siempre está latiendo. Y así la disfrutaron ayer locales y visitantes. Como acostumbra cada uno. Con la lectura veraniega y una banda sonora que nutre el alma de ese mar infinito. Con el descanso que no da un sofá y un aire artificial. Con la revolución de los niños. Con sus juegos y su entrada salvaje en el mar. Domingo de playa, la seña de Huelva.  

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