Huelva

'El David' de Miguel Ángel ya está en Huelva

No, no es que a las instituciones culturales onubenses se les haya ocurrido solicitar, en préstamo, la obra maestra de Miguel Ángel, a la Galería de la Academia de Florencia, donde luce habitualmente apartada e imponente.

Es bastante improbable que ese préstamo llegara a producirse, pues las obras de valor incalculable, que además son referentes necesarios de un museo, no salen: ni Las Meninas, ni LaMona Lisa, tampoco El David.

Pero eso no significa que Huelva no pueda tener su propio David, con una extraordinaria calidad estética, aunque esta vez interpretado en clave contemporánea por el artista-graffitero: Man-o-Matic.

La imagen del rey David era, para la ciudad de Florencia y en el contexto de la cultura del Renacimiento, un símbolo de las virtudes civiles florentinas: rabia y fortaleza, que se materializaron, aunque por poco tiempo, en una independencia y un autogobierno de la ciudad, allá por la época de Lorenzo El Magnífico.

Tras la muerte de este mecenas, vinculado a Miguel Ángel, este artista huye momentáneamente de Florencia, pero poco tiempo después regresa para llevar a cabo la gran tarea de representar al rey David, el monarca israelita que venció con una honda al gigante filisteo Goliat.

En la figura de este rey bíblico, se concitaban dos valores extraordinarios: la astucia y la inteligencia, enfrentados a la potencia física y brutal del gigante.

Este nuevo David, pintado con una técnica tan manierista y barroca como es el trampantojo, nos impresiona sobremanera, puesto que, le saca, al verdadero, ni más ni menos que casi el doble en altura. Y si miramos la pintura de arriba hacia abajo, al llegar a la altura de la cadera, que en la obra original se arquea formando lo que se dio en llamar el contraposto, nos damos cuenta que la misma aparece resuelta como una débil, descarnada y huesuda pelvis en tonos rosa. Esa colorida pelvis rompe en dos la armonía clásica de la que estábamos disfrutando en nuestro paseo visual por esta pintura. Entonces se produce cierto desconcierto, porque comenzamos a considerar que la fortaleza pétrea que simula ese David, se muestra, así, sólo en apariencia.

Porque, este héroe bíblico, talentoso, inteligente, se ve asediado por un nuevo Goliat, que se transcribe en el muro en forma de palabras en inglés: money, sex y TV, palabras que guardan un significado rotundo y potente, en la sociedad contemporánea.

El dinero, el sexo, la televisión, tres elementos que son esenciales en nuestra cultura de masas, en la sociedad del espectáculo. Tres cosas que nos condicionan de forma desmedida, irreflexiva, y nos encontramos como abocados a ellas, a aceptarlas porque representan, desde hace tiempo y pese a las críticas más acendradas desde distintos ámbitos intelectuales, valores de esta sociedad.

Este nuevo David, con su rostro severo, concentrado, sin perder el rictus de terribilitá que le dio su escultor, se pregunta si podría, sólo con su talento e inteligencia, luchar contra estos tres gigantes que lo asedian.

Sin duda, el David onubense no representa las virtudes cívicas actuales que grita: money, sex y TV, sino más bien ironiza acerca de ellas. En su fuero interno, a pesar de su aspecto exterior, pétreo y fuerte, late una masa ósea frágil, que aflora. Ese elemento desconcertante, es un símbolo preciso de lo que es la sociedad en la que vivimos, que se muestra falsamente sólida y fuerte, pero que es muy vulnerable por dentro.

Si el verdadero David era el reflejo de las virtudes cívicas florentinas, del triunfo de la belleza y el canon, de la búsqueda del equilibrio renacentista, nuestro David contemporáneo representa toda la verdad actual. Y parece irónico, sarcástico que una escultura que concita en sí misma tanta belleza y fortaleza, sea capaz ahora de poner en duda esas dos ideas que parecen no ser ya tan importantes en nuestra sociedad contemporánea.

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