El Ayuntamiento de la capital, con la colaboración de Bomberos, llevó a cabo en el día de ayer una "intervención de saneamiento" en el viejo edificio del mercado de la Merced. Fuentes municipales explicaron que se han revisado y eliminado los elementos que pueden presentar peligro de desprendimiento". Para ello, la Policía Local precintó el edificio, lo que despertó la sorpresa de los vecinos y viandantes.

Veintiún años lleva cerrado este inmueble, en el que, en principio, el Ayuntamiento asegura no prever intervención alguna. Así, aquel proyecto periquista anunciado allá por el año 2009, y que preveía construir en el solar tres bloques, quedó bloqueado y sigue en el cajón.

El proyecto de 2009 preveía alzar tres bloques en el solar pero quedó paralizado

Tras el verano de aquel año iba a comenzar la reordenación de la manzana contigua a la plaza de toros. En la zona, además de alzarse esos tres bloques con un total de 72 viviendas, se iba a dotar a la avenida Cristóbal Colón de un edificio público, cuyo uso sometería a consenso el Ayuntamiento.

La asociación de vecinos de La Merced ha propuesto que en el antiguo mercado se construya una piscina terapéutica municipal. El tesorero de la asociación, Pedro Gallego, ya señaló hace unos meses a este periódico que en la zona no hay instalaciones deportivas y esta piscina cubierta "les vendría muy bien" a las personas que viven en el entorno, fundamentalmente a los mayores.

Desde la asociación siempre han apostado por una instalación deportiva para cubrir la carencia existente. Al principio, optaban por un polideportivo. Querían que éste se construyera en la nave principal de la antigua plaza de abastos, construida en la década de los cincuenta del siglo XX, y que se conservara el patio delantero así como la fachada de la edificación, que tiene un lenguaje clásico ecléctico.

El edificio, diseño del arquitecto Juan Miguel Rodríguez Cordero (ocupó en los cincuenta el puesto de arquitecto provincial de la Diputación), tiene una superficie de 1.540,5 metros cuadrados y destaca, tal y como ha escrito en este diario Eduardo Sugrañes, por su fachada y entrada que, a modo de pórtico, ofrecía un singular patio de acceso a la zona de venta, que "entró en funcionamiento el 17 de noviembre de 1952" y contaba con 74 puestos de verdura, 17 de pescado y siete de carne". Hoy es una selva en la que el tiempo deja su huella imborrable.