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Los Estatutos pendientes

  • José Manuel Barral se encuentra con el articulado sin aprobar

  • La solución pasa por eliminar los puntos que vienen rechazando los hermanos mayores

José M. Barral presidió la misa de apertura del curso cofrade, celebrando con Emilio Rodríguez y Andrés Vázquez.

José M. Barral presidió la misa de apertura del curso cofrade, celebrando con Emilio Rodríguez y Andrés Vázquez. / alberto domínguez

Anadie se le escapa que la llegada de José Manuel Barral obedece a muchas razones. La primera, que era hora de recibirlo en Huelva. Estará en un barrio humilde, donde hay mucho que hacer y poseen una buena hermandad, la de la Sentencia, que hoy tiene la celebración de San Francisco de Asís y la bendición de animales.

Lo que no es menos cierto es que las vacantes que se han producido en los dos últimos años en el equipo de vicaría del Obispado de Huelva deja algunas patas cojas, ya que no se espera que se produzcan por ahora cambios cuando hay un plan de evangelización pastoral en marcha y el obispo de Huelva, José Vilaplana, cumplirá pronto con la edad de su jubilación. Así que está bien en buscar un buen refuerzo en la Delegación de Hermandades y, más concretamente, en el Consejo de Hermandades, donde José Manuel Barral tiene mucho que decir, por aquello de que también es cofrade. Algo que para un sacerdote en Huelva es un plus, pues es mucho el campo evangelizador que tiene por delante.

José Manuel Barral sustituye al padre Emilio Rodríguez Claudio que puso paz en todo lo que pudo y tuvo mano firme cuando hizo falta. Ahí están las gestoras donde eran necesarias. Sin embargo, hay cuestiones por resolver en el Consejo que a nadie se les olvida.

Están los estatutos por aprobar, después de un largo e infructuoso peregrinar. Lo importante es que en cuestiones claves los hermanos mayores se mantuvieron en su mismo parecer. Eso es bastante destacado, más cuando no se olvida que hubo quienes quisieron darle más de una vuelta buscando beneficios que se reducen a lo particular y no a la colectividad.

En este sentido es el padre Emilio Rodríguez quien frenó la aprobación de los estatutos nada más llegar a su puesto en la vicaría de las hermandades. Algunas cosas no gustaban mucho, todo sabían por dónde iba la cosa. Así que el testamento que se encontró lo mejor que hizo fue ponerlo otra vez en revisión.

Al final, sin embargo, vuelta a lo mismo. A empeñarse en presentar unos estatutos con articulados que no gustan a los hermanos mayores. Sus razones dicen tener para el rechazo y eso habrá que respetar. Analizado los resultados y si esto es lo que han decidido, pues habrá tomar nota.

La última votación no planteó duda alguna, 17 votos en contra, dos a favor y seis en blanco. Por ello, hay que respetar su decisión.

Así las cosas, los hermanos mayores volvieron a mostrar su rechazo de manera coherente con lo manifestado en las anteriores votaciones.

Esto es importante conocerlo para situar el panorama con el que se encuentra José Manuel Barral, para que no haya quienes tengan la tentación de ir al Obispado a calentar la cabeza con los mismos argumentos que fueron rechazados.

Los hermanos mayores se han manifestado por activa y por pasiva. No sólo en un pleno, sino en todos los que se celebraron en la revisión de los estatutos en esta última década. Así que lo que habrá que hacer es no volver a más comisiones, que luego remiten otra vez a los hermanos mayores quienes han dicho no a tres cosas evidentes y en lo que se argumenta el rechazo a los estatutos planteados: No a la renovación sin plazos de la junta del Consejo; no a que el Nazareno ni ninguna hermandad deje de hacer la Carrera Oficial; y no a la incorporación del Resucitado al pleno del Consejo de Hermandades.

José Manuel Barral, que estuvo en la elaboración del estatuto marco y las nuevas normas diocesanas de hermandades, y en la asamblea de hermandades. Es conocedor del capítulo de normativas y en este caso son los hermanos mayores los que se tienen que dar un articulado. Eso es lo que siempre avaló el obispo Vilaplana y, por eso, su no injerencia en este asunto. Así que votado tantas veces el articulado con los mismos resultados, hay que ser respetuosos con lo que dicen los hermanos mayores.

En la repetición de mandatos es normal que la junta del Consejo vaya a dos, al igual que el resto de hermandades. Este es un tema que tendrá el nuevo director espiritual que estar muy atento, pues son muchos los que están a cumplir sus ocho años. Será tema para otro día.

En el caso del Nazareno, las hermandades consideran que la Carrera Oficial es igual para todas las cofradías; no entienden que haya una cofradía que no la haga. Este tema cuando llegó en conflicto a Palacio, el obispo fue muy contundente. Dijo que los estatutos están para cumplirlos y que todas las hermandades son iguales.

Cuestión distinta es cómo abordar la Carrera Oficial en esa jornada, hay muchas propuestas hasta en su propia hermandad. Lo que han hecho hasta ahora es darles ellos mismos el sí a la Carrera Oficial cogiendo la subvención de la venta de palcos como si pasaran por ella.

La otra cuestión es el Resucitado, que aun cuando sin tener sentido no entender la Semana Santa con este colofón, tampoco se le niega; aunque no se le incorpora y se crea una situación bastante extraña. El Obispado es el que le tendría que haber dado ingreso directo en el Consejo y no lo hizo.

Los hermanos mayores entienden que su responsabilidad organizativa es hasta el Viernes Santo y que es una cofradía de gloria. Así que lo que hay que hacer, al menos, es dejar al Resucitado organizarse como ellos crean conveniente en salida el Domingo de Ramos y lleguen a donde quieran ir.

Así las cosas. Lo mejor es presentar los estatutos sin estas cuestiones. No se puede presionar más a los hermanos mayores. Es ridículo más votaciones y poco favor se hace desde el Obispado a la importancia que tiene unas votaciones y la necesidad de que sean respetadas en democracia.

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