Tribuna

Ahora que no suenan los aplausos…

  • La opinión de Antonio Ortega Carpio, gerente de los distritos sanitarios Huelva-Costa y Condado-Campiña

Vecinos de un bloque de viviendas de Huelva aplauden a los sanitarios en el confinamiento.

Vecinos de un bloque de viviendas de Huelva aplauden a los sanitarios en el confinamiento. / Alberto Domínguez (Huelva)

Ahora que no suenan los aplausos es el momento de poner en valor el inmenso esfuerzo que está realizando la Atención Primaria para contener la expansión del coronavirus, y proteger a la población de la pandemia que, durante este largo año y medio, ha cambiado para siempre nuestras vidas.

Hemos incorporado nuevos procedimientos diagnósticos en nuestra cartera de servicios, como los test de antígenos, los test de anticuerpos y los test PCRs. De cada tipo se han realizado más de 100.000 test, muchos de ellos realizados además fuera de los centros de salud en las residencias de mayores, en los colegios, en los centros de trabajo, en los Autocovid, para evitar contagios y agilizar el trabajo diario.

Hemos evaluado sucesiva y mantenidamente a todos los colectivos vulnerables y esenciales, tanto de centros residenciales como profesorado y personal de residencias, centros de día, farmacias, ópticas, clínicas sanitarias, bomberos, protección civil, FFyCCSE... En ocasiones también a población inmigrante trabajadora de la que depende buena parte de la economía de nuestra tierra, para facilitar el retorno a su país.

Hemos creado prácticamente de la nada unidades de Epidemiología con profesionales altamente cualificados para la detección precoz, evaluación y control del seguimiento de casos y contactos estrechos, tanto de la población general como de colectivos especiales, como son el profesorado y alumnado escolar, las residencias de ancianos y los trabajadores temporeros.

Hemos tenido que cambiar nuestro modelo asistencial, incorporando en los centros de salud circuitos específicos de control de accesos, de control de aforos, de asistencia a pacientes Covid, medicalización de residencias de ancianos cuando ha sido necesario, y de asistencia telemática tanto durante el confinamiento como con posterioridad.

Hemos trabajado en primera línea durante toda la pandemia manteniendo los centros abiertos siempre que ha sido posible, a pesar de la alta probabilidad de exposición al virus, protegidos con equipos de protección individual (EPIs) que previenen pero que no garantizan evitar el contagio, y prueba de ello ha sido la mayor incidencia de casos entre el personal de Atención Primaria que entre otros colectivos profesionales.

Hemos diseñado y dado respuesta a nuevos procedimientos telemáticos que han permitido a la población coger cita cuando no había, mantenerse atendidos clínica y psicológicamente en sus domicilios, resolver dudas, obtener información y sentirse acompañados en el manejo de la incertidumbre, activar alertas clínicas y tratar la inmensa mayoría de los casos de contagios sintomáticos, que no han requerido ingreso gracias al tratamiento y seguimiento realizado desde Atención Primaria.

Hemos trabajado diariamente sin distinguir las jornadas laborables de las festivas, ni la diurna de la nocturna; sin distinguir la adscripción del ciudadano a servicios públicos o privados, ni teniendo en cuenta la residencia ó la nacionalidad.

Hemos cambiado voluntariamente, retrasado o suspendido, jornadas de descanso y vacaciones de profesionales, para apoyar a los compañeros que necesitaban más recursos humanos, muchas veces por enfermedad, contagio, aislamiento o simplemente porque la presión asistencial generada por las sucesivas oleadas de la pandemia lo exigía.

Hemos llevado a cabo la mayor campaña de estabilización y contratación de personal sanitario y no sanitario de nuestra historia reciente, tras años de precariedad en el empleo, lo que ha supuesto un esfuerzo extra en un momento muy complicado a las Unidades de Personal del Distrito. En la actualidad solo quedan 11 Médicos de Familia en el Distrito no interinos ni propietarios, y alguno por voluntad propia.

Hemos realizado cambios estructurales en nuestros centros de Atención Primaria que han mejorado los accesos, protegido las zonas de admisión, optimizado los espacios de espera y ampliado el número de consultas médicas y de enfermería, lo que a parte de la inauguración de cuatro nuevos centros (Lucena, Niebla, Gibraleón e Isla Chica), ha supuesto el equivalente a otros dos centros de Atención Primaria más.

Estamos llevando a cabo con éxito la mayor campaña de vacunación de la historia, al final de la cual prevemos poner sólo en nuestro Distrito 700.000 vacunas en seis meses, el equivalente a diez campañas anuales de gripe, y para lo que hemos tenido que poner en funcionamiento Puntos de Vacunación Masiva externos a nuestros centros habituales de trabajo, incómodos e inciertos, vacunando además por orden estricto de priorización de acuerdo a la vulnerabilidad y esencialidad de los diferentes colectivos, y a la irregular llegada de vacunas a nuestra Comunidad.

Y todo eso lo hemos hecho mientras se mantenían el resto de procedimientos asistenciales que son propios de la Atención Primaria, como son la asistencia domiciliaria, el seguimiento de patologías crónicas, la atención presencial de las urgencias y la patología no demorable, los programas de protección y prevención de la enfermedad… Hemos mantenido la longitudinalidad asistencial y la equidad en el acceso, en un intento de llegar a toda la población tanto adscrita como desplazada.

Todo habría sido mas fácil si la Atención Primaria hubiera estado bien dimensionada en su capital humano, si los recursos estructurales y el equipamiento apropiado se hubieran dotado con anterioridad, si los circuitos asistenciales hubieran estado adaptados a los requerimientos actuales, si la población hubiera sido educada previamente en el uso eficiente de los recursos sanitarios, y si el liderazgo nacional y mundial que cabe exigirles a las autoridades políticas y sanitarias, hubiera sido creíble, homogéneo y acertado. A falta de todo esto, los profesionales de Atención Primaria hemos crecido hasta hacernos imprescindibles para el sistema, aceptando el compromiso sanitario que la sociedad nos ha otorgado, y aspirando a que la reforma inaplazable del Sistema Público de Salud asigne los recursos necesarios para que pasemos a ser de verdad el centro del sistema en lugar de la puerta de acceso.

La Atención Primaria no necesita aplausos, necesita recursos

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