Huelva

Agradecimiento y atención a los detalles, dos ejercicios muy inteligentes

  • A veces, ponemos tanto empeño en que pasen cosas, que se nos escapan las cosas que pasan y, con ellas, el agradecimiento por la vida misma

Agradecimiento y atención a los detalles, dos ejercicios muy inteligentes / S. H. (Huelva)

Mirar de verdad y agradecer desde el corazón. Son dos aprendizajes fundamentales que, si no andamos con ojo, vamos desaprendiendo a medida que crecemos. Y mire que son cualidades de esas, emocionalmente inteligentes, que en la infancia hacíamos de forma natural. Por eso hoy, la competencia inteligente a la que le vamos a prestar atención es a la de agradecer las cosas más pequeñas, que no son tan pequeñas, para saber apreciar los detalles que construyen la vida mientras esperamos que pasen otras cosas ¿más grandes?

De peques éramos más inteligentes. Para empezar, nos admirábamos con los detalles, nos sorprendíamos con las cosas más naturales y lo disfrutábamos todo muchísimo, porque mirábamos el mundo con ojos llenos de curiosidad, con ganas de aventura, y sin juicios. ¿Cuándo perdemos esa habilidad? La educación, las experiencias y nuestra tendencia defensiva nos juega estas malas pasadas.

Los niños y las niñas agradecen de forma genuina. Es un agradecimiento sincero, desde su esencia, casi nunca con palabras. Luego llega alguien, normalmente adulto, y les preguntan cuando alguien les ofrece algo: ¿qué se dice? Ahí es cuando empezamos a desaprender el agradecimiento, con el tan educado, poderoso y no siempre bien practicado “gracias”.

Ver, mirar, observar

Empecemos por lo de mirar de verdad. Hay que entrenarlo. Se llama observar. Para lograr recuperar esa capacidad, primero deberíamos diferenciar muy bien lo que vemos de lo que miramos. Ver es eso que nos permite hacer nuestra vista. Mirar es eso que ocurre cuando decidimos prestar atención. Pero hay un paso más allá: la observación.

La observación es uno de los elementos en los que se sustenta la inteligencia. La observación es uno de los elementos en los que se sustenta la inteligencia.

La observación es uno de los elementos en los que se sustenta la inteligencia.

Observar es un ejercicio que implica mucho más. Observar es apreciar los detalles, captar la esencia de las cosas, de los momentos, sin más objetivo que percibir la emocionalidad misma de eso que observamos. Nos dejamos llevar, sin juicios, sin expectativas, y sin pensamientos para otros momentos, personas o tareas que no sean ésta de ahora.

Pruebe. Empiece a entrenarse. Busque una vela, por ejemplo. Enciéndala. Ya la estará viendo. Para encenderla también la habrá mirado, claro, calculando cómo acercar la cerilla o el mechero o lo que sea que haya usado para prenderla. Una vez vista y mirada, ahora pare. Observe la llama. Simplemente observe. Dese tiempo.

Vendrán muchos pensamientos a interrumpirle. También sensaciones internas de su cuerpo. No les haga caso. No abandone en su empeño. Vuelva a observar la llama. No luche con esos pensamientos o esas sensaciones que le surgen, simplemente déjelos pasar. No se enganche.

Puede también observar su propia respiración. O las olas del mar. O la gente pasar. O el agua caer. Cualquier excusa es buena para ejercitar la observación, aunque sólo sea unos minutos. Es un tiempo entregado a fortalecer su capacidad para aceptar, para no prejuiciar, y para ver muchas más alternativas que sólo mirando.

Porque las suposiciones, los prejuicios y las expectativas con las que vivimos el día a día, nos pueden limitar nuestra capacidad para ver, nos hace mirar justo lo que estábamos esperando. Así que, si piensa que todo le pasa a usted, que va a tener un día horrible, y que últimamente las cosas parecen torcerse siempre… ¿Adivine qué es lo que mirará? Efectivamente. Estará más pendiente de lo malo y se perderá todo lo demás.

Agradecer no es sólo una educada costumbre social

Para agradecer desde el corazón también deberíamos empezar por quitarnos algunas capas de esas que la educación y el tiempo nos echa encima. No discuto el valor social de dar educadamente las gracias, pero sí le propongo evitar que, a base de repetirlo para quedar bien, nos despistemos de la verdadera esencia del sentimiento de la gratitud. No crea que soy una persona demasiado espiritual, de verdad que no. Más bien al contrario. Pero he probado y reconozco el efecto de la gratitud genuina en nuestra autoestima, y en nuestras relaciones.

El agradecimiento es uno de los ejercicios a practicar a diario. El agradecimiento es uno de los ejercicios a practicar a diario.

El agradecimiento es uno de los ejercicios a practicar a diario.

Agradecer es pararte a reconocer lo que observas, valorarlo y sentir la fortuna de poder experimentar, ver o sentir eso que agradeces. Y también en esto es necesario entrenarse.

Dos cualidades de la gente inteligente que se retroalimentan

Pues aquí llega la propuesta de este gente inteligente: entrenar a la vez estas dos competencias tan transformadoras que se retroalimentan y tienen unos efectos maravillosos en su bienestar emocional, en su autoestima y en la calidad de sus relaciones personales. ¿Qué más se puede pedir?

Le sugiero dos ejercicios. Uno es escribir una lista. Sí, venga, las listas son poderosas. Sirven como guía. Escriba todas esas cosas buenas por las que siente gratitud. Yo agradezco la salud de mis hijos, seguir disfrutando de mi padre y mi madre, a mi hermano su generoso cariño, a mis buenos amigos y amigas sus cuidados sin reproches, a uno de ellos en particular le agradezco haberme propuesto el tema de hoy. ¡Gracias! Y hay muchos motivos más: dormir bajo techo, poder trabajar en lo que me gusta, vivir en el paraíso tan cerquita del mar... ¿Cuáles son los suyos?

Para el segundo ejercicio no necesita bolígrafo. Cada noche, cuando se meta en la cama, dedique unos minutos a pensar al menos tres cosas de ese día por las que dar las gracias. Sólo eso. Por muy negro que haya sido, siempre podrá encontrar tres detalles que agradecer.

De esta forma, además de entrar en el sueño con la mejor disposición emocional y sintiéndose una persona afortunada, desarrollará su capacidad para fijarse cada vez más en todo lo bueno que le ocurre cada día. Lo malo también le ocurrirá, lo sé, pero ya nunca más será lo único que vea.

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