Ha llegado el día. La cita soñada por varias generaciones, un partido que ha conseguido mucho más que cualquier victoria hasta la fecha: unir a una ciudad por completo, hasta el punto que desde hace días ya sueña –y sin dormir– con lo que pueda ocurrir esta noche. Pero, sobre todo, ha hecho que se recupere el amor por unos colores que padecieron, y bastante, no hace mucho tiempo atrás.

"Corre, papi, que vamos tarde", le decía Hugo, de solo cinco años a su padre cuando aún no eran ni las ocho de la tarde de ayer. "Tranquilo, que ya casi estamos y todavía no han terminado de entrenar", le respondía su padre mientras doblaban la esquina de la calle Pintor Maldonado, donde frente a la Puerta 5 de Los Cármenes, centenares de aficionados se agolpaban para dar el último (o penúltimo, a falta del recibimiento de hoy) aliento al Granada CF: la Operación Remontada ya había empezado.

"Desde dentro o desde fuera, pero aquí estamos, para que ellos sepan que los animamos y que estamos orgullosos de ellos", aseguraban algunos de los aficionados que esperaban poder entrar en su templo, donde se estaba llevando a cabo el último entrenamiento antes de la gran cita.

Banderas, bufandas, cánticos e incluso pegatinas rojas transparentes para ponerlas en la linterna de los móviles y teñir de rojiblanco una espera que terminó a las 20:50 horas. Los jugadores realizaban los últimos estiramientos tras la sesión, cuando la grada de tribuna comenzó a teñirse de rojiblanco mientras que, desde pequeños hasta mayores, les gritaban que estaban orgullosos de ellos. Y ahí fue cuando se hizo la comunión: toda la plantilla y el cuerpo técnico se concentró en el centro del campo, de cara a las más de 1.500 personas que, pese a la hora, estaban allí para darles ese último aliento. No podían más que aplaudir, mientras que Diego Martínez, "el director de orquesta" señalaba a la gran multitud que no dejaba de corear cánticos de aliento hacia ellos.

Ojos vidriosos, sonrisas y nervios a flor de piel. La emoción inundaba el Nuevo Los Cármenes cuando aún faltaban 24 horas para que el balón eche a rodar en ese mismo lugar en el que entonces comenzó a sonar el Himno del 85 aniversario del club. A cappella, como ocurre en cada partido pero esta vez abrazando a quienes hoy tratarán de devolver todo ese cariño vestidos con la elástica rojiblanca.

Toda la plantilla se había acercado a saludar a los granadinistas y una imagen lo decía todo: el eterno capitán, Manolo Lucena, sólo, pisando un balón en el centro del campo, contemplaba lo que ocurría y se empapaba de unos momentos únicos de la historia del Granada CF, de su Granada. De ese Granada que pereció durante mucho tiempo; que tuvo que arrodillarse por culpa de la situación económica; que casi estuvo a punto de desaparecer y que hoy, en cambio, siente el "orgullo" de haber llegado hasta la semifinales de la Copa del Rey y tener la posibilidad aún de colarse en la final, como decía Paco Sánchez, exdirectivo del club, actual miembro de la Peña Los Cármenes y abonado desde hace 42 años.

Panorámica del estadio de Los Cármenes con la afición animando al Granada CF

Sin embargo, ese "sentimiento" no está en la edad, pues lo mismo decían Álvaro, de nueve años, que espera que hoy Vadillo (su jugador favorito) sea el que cuele a los nazaríes en la final, o Miguel, de 17 años, quien de pequeño fue con sus padres al campo y "me enamoré" del Granada CF. Noches en vela, ilusión y una sensación "inexplicable" que es para vivirla, porque más allá de lo que hoy pase "seguiremos apoyando al Granada".

El estadio ya aguarda a la más bellas de las batallas de la historia del Granada CF: llegó el día de la Remontada.