El caso de Lubna ha llamado la atención de la opinión pública mundial. Fue detenida el pasado 3 de julio junto a otras 12 mujeres en un restaurante de la capital sudanesa por ir vestidas con pantalones. Diez de las 12 ya fueron castigadas a recibir latizagos en comisarías de Policía pero su castigo se retrasó debido a que trabaja para una agencia de la ONU, por lo que el juez considera que puede tener inmunidad diplomática. Ella ha renunciado a su puesto para ser juzgada y demostrar así que en su país se produce una aplicación incorrecta de la sharia, que se aplica en el norte de Sudán, de mayoría musulmana, desde 1983. "Si algunos reclaman la sharia para flagelar a las mujeres por la vestimenta que llevan puesta, que me muestre las suras del Corán o los hadices (dichos) del profeta donde así se estipula. Yo no los he encontrado", asegura esta periodista de un diario de izquierdas. En un país como Sudán, la actitud rebelde de Lubna es minoritaria aunque algunos panfletos proclamen que "el caso de Lubna es el caso de todas las sudanesas"