Crítica 'El futuro'

Con la densidad de Bolaño

El futuro. Chile, Italia, Alemania y España. T.O.: 'Il futuro'. 98 minutos.- Dirección: Alicia Scherson. Guión: Alicia Scherson, basado en el libro Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño. Fotografía: Ricardo de Angelis. Música: Caroline Chaspoul y Eduardo Henriquez. Montaje: Soledad Salfate. Intérpretes: Manuela Martelli, Rutger Hauer, Luigi Carlo, Luigi Ciarod, Nicolas Valporidis, Alessandro Giallocosta, Daniela Piperno, Pino Calabrese.

De esta coproducción entre Chile, Italia, Alemania y España, presentada en el Festival de Sundance en enero pasado y estrenada en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam donde consiguió el premio a la mejor película, se ha dicho, se ha escrito, se ha publicado, que es el filme más osado protagonizado por Manuela Martelli y está basada en el libro Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño.

A un desguace de coches llegan los hermanos Bianca y Tomás, son adolescentes y se han quedado huérfanos. Junto a un operario van a identificar el vehículo en el que en un accidente han fallecido sus padres. De vuelta a la casa solitaria, una agente social trata con ellos sobre su futuro inmediato. Ambos se extrañarán de una inmensa luz que ilumina la estancia cuando debería ser de noche.

Su triste existencia ya no será la misma. Bianca y Tomás dejarán el instituto. Ella trabajará en una peluquería y él en un gimnasio. Su conducta a partir de entonces sufre una transformación notable y caótica. Inician una extraña amistad con otros jóvenes que le proponen el robo a un viejo actor italiano, Maciste, ídolo de las películas históricas, los llamados péplum, donde protagonizaba a Hércules y que aquí personifica el veterano Rutger Hauer. Ahora, ciego y decrépito, habita una gran mansión desolada, sólo con sus recuerdos, en la que irrumpe Blanca para cumplir su innoble cometido.

La densidad literaria propia de la base que proporciona la novela de Bolaño se hace notar demasiado en la puesta en escena que articula Alicia Scherson y es más ostensible en la reiteración de la voz en la narración de la protagonista, que no hace más que leer el texto original. Hay pasajes que nos llevan a los viejos estudios de Cinecittá, que es como una valoración escénica no sólo del mundo del héroe cinematográfico sino de la atmósfera, a veces ominosa, a veces no demasiado definida, del ámbito en que se ubican los personajes.

Supongo que "la osadía" de la que se habla no irá más allá de los contactos sexuales, bastante explícitos, de Blanca, encarnada por Manuela Martelli, con el vetusto Hércules de las mitológicas películas.

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