Iberoamericano

Reivindicación de la comedia desde La Habana

  • El director Arturo Sotto presenta 'Boccaccerías habaneras', tres cuentos para acercarse a una Cuba "en transformación"

"Agradezco, antes que nada, que el Festival de Huelva haya seleccionado esta película porque no es habitual ver comedias en la competición oficial de los festivales".

Al igual que el pasado año hizo el argentino Ariel Winograd por su película Vino para robar, el cubano Arturo Sotto tuvo palabras de admiración a la muestra onubense por su apuesta "por un género que muchos consideran menor, pero que es más difícil de lo que se cree", apuntó.

El director caribeño presentó ayer Boccaccerías habaneras a la prensa, "una película de cuentos, que es también un riesgo para su selección en los festivales". Su estructura se compone de tres historias independientes pero con el denominador común de un escritor en crisis de inspiración que compra relatos reales a personas en busca de dinero.

"Refleja también un momento de transformaciones en Cuba, en el que el dinero empieza a tener un valor que antes no tenía", admitió Sotto. Y profundizó en su comentario: "Hay ahora un proceso de transformación del modelo económico, con una apertura a la propiedad privada, determinadas necesidades particulares y el dinero empieza a cobrar valor, detectándose algunas diferencias de clases", explicó.

Aunque admitió que en el cine cubano "siempre hay una mirada crítica sobre la realidad", aclaró que su película se limita a "reflejar la realidad social del escenario en el que se mueve, La Habana, pero sin ser demasiado crítico".

De los tres cuentos narrados, dos de ellos, dijo, se inspiran directamente en el Decamerón, de Boccaccio, y el tercero es propio "pero encajaba muy bien en el tono que quería dar". Los tres, además, se diferencian en su estilo visual: "Cada cuento tiene un valor, los escenarios cambian y las personas giran de forma diferente. El primero está filmado con plano fijo, a modo de retrato, y el segundo, sobre un baúl que recorre la ciudad, está hecho con cámara en mano. El tercero es movimiento, con sensualidad, como una danza, filmado con una dolly".

Sotto, para acabar, confesó su temor de que el público no le acompañara por la noche en el pase del Gran Teatro por la coincidencia con el fútbol: "Otro año vine al festival de Huesca y a la misma hora de mi película jugaba España en el Mundial. Tendré que preguntar la próxima vez a la Federación".

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