Producción: Colombia, 2012.- Duración: 111 minutos.- Dirección: Gabriel González Rodríguez.- Guión: Gabriel González Rodríguez.- Fotografía: Leonardo Cubillos.- Música: Daniel Carvajalino y El Orden Beat.- Montaje: Gabriel González Rodríguez y Viviana Camacho Gaspar.- Intérpretes: David Trejos, Julieth Restrepo, Biassini Segura, Carolina Galeano, Luis Alejandro Prieto, Sergio Molina, Sandra Reyes, Paola Guarnizo, Mario Jurado.

Esta es otra de las óperas primas que participan en la sección a concurso del Festival. Nos enfrenta con una temática en cierto modo recurrente en el cine en general, en la cinematografía de origen latinoamericano y en particular en la de Colombia, con localizaciones donde la agresividad urbana es especialmente incisiva y frecuente.

Una narrativa que el cine de la marginación, el desarraigo y la problemática del tráfico de drogas, los sicarios y ajustes de cuentas, ha reflejado el cine de este país en títulos tan significativos como La virgen de los sicarios (2000), de Barbet Schroeder; María llena eres de gracia (2004), de Joshua Marston; El rey (2004), de Antonio Dorado; Ciudadano Escobar (2004), de Sergio Cabrera, Sumas y restas (2005), de Víctor Gaviria y Rosario Tijeras, de Emilio Maillé y todo tras el espíritu de un referencia antológica: Los olvidados (1950), de nuestro Luis Buñuel.

Estrella del Sur, además del título de este primer largometraje de Gabriel González Rodríguez, es el nombre de un barrio, toda una encrucijada en la que convergen las vidas de cuatro adolescentes. En un ámbito de violencia y de oscuras perspectivas existenciales, donde no es fácil vivir y donde se debaten también sus ilusiones, sus sueños y también sus fracasos, sus desalientos y los adversos lances del destino. Una nueva profesora de literatura llegada al colegio, tratará de compartir sus actitudes ante la dura realidad cotidiana, en tanto que una limpieza social del barrio es una nueva amenaza contra tan penosa situación.

Se prodigan a lo largo de la narración, crispada constantemente por una tensión creciente, unos rasgos violentos que se retroalimentan entre la calle y las aulas, que predomina en actitudes amenazantes, en agresiones despiadadas, en provocaciones constantes, en brutales violaciones, en robos, asaltos, sucios chantajes y cruentos asesinatos. Se exponen las limitaciones de la docencia ante un alumnado rebelde, indisciplinado, los problemas del profesorado: "no se involucre, no vale la pena", le dice el director del colegio a la nueva profesora que llega. Hay una efusión estridente y reiterativa en un léxico soez que invade los diálogos, a veces incomprensibles por la particular jerga de los protagonistas.

Gabriel González Rodríguez, debuta en el largometraje con un trabajo comprometido, bien diseñado y cuya puesta en escena define bien una situación intolerable que denuncia con rasgos indelebles. Esa relación afectiva de la profesora Soraya, dispuesta a comprender y ayudar a sus alumnos, y el joven Toño, que puede ir un tanto más allá del puro magisterio, es un remanso amable en este cúmulo de expresiones violentas.