Festival de Cine Sevilla

Un infierno al pie del paraíso

  • La francosuiza Ursula Meier presenta a concurso su segundo largo, 'Sister', la historia de dos hermanos desahuciados por la sociedad y que no saben amarse.

Cuenta Ursula Meier que después de Home, su primer e ilusionante largometraje, quiso hacer una película que de nuevo combinara -más que géneros perfectamente reconocibles- tonos y registros, y empezó entonces a dar forma a una historia de "niños perdidos en un mundo violento", que empieza "como si fuera cine social" y que sin dejar de serlo -aunque a ella, en todo caso, le parece "más político que social"-, va convirtiéndose en otra cosa, en una película de amor; de amor a su manera, porque trata más bien de la carencia del mismo, de su búsqueda torpe y brusca, y también de la "crueldad de las relaciones humanas" y muy en particular de las familiares, que aquí, como cabe esperar de una autora a la que le gustan los personajes "fuera de la norma", se manifiestan enrarecidos y con roles desquiciados.

Se llama Sister, ha sido seleccionada para representar a Suiza en la próxima edición de los Oscar, recibió el Oso de Plata Especial en la última Berlinale -dicen que a Mike Leigh, presidente del jurado, le cautivó tanto que creó para ella un premio ad hoc- y llega ahora al Festival de Cine Europeo de Sevilla, a tenor de la expectación que suscitó en el pase de prensa y de los comentarios que se escucharon tras el mismo, como sólida candidata a no irse de vacío en el palmarés oficial.

Meier, cansada, según confesó, de ese "cine suizo tradicional" que retrata el paisaje alpino del país centroeuropeo como un marco invariablemente idílico, ambienta su historia en ese mismo contexto, aunque con otras implicaciones y atenta también a "la Suiza del cemento y de los trabajadores". En esa Suiza viven Simon y su hermana mayor, Louise, que nunca ejerce como tal sino como todo lo contrario; en un suburbio de languidez, miseria y bloques de viviendas grises y deprimentes situado al pie de una montaña en cuya cima funciona un resort de lujo.

En permanente contraste entre arriba y abajo, también interesada en fijar la mirada en "el abajo del arriba", explicó la directora francosuiza tras la proyección, Sister retrata, siguiendo -en parte y quizás más sobre el papel que en las imágenes- la estela de los Dardenne, la lucha por la supervivencia de esta conflictiva y escueta familia en la periferia física y de clase. Mientras el niño se dedica a subir a la estación de esquí para robar artículos varios que luego vende abajo, a los suyos, ella elude sistemáticamente toda forma de compromiso con su hermano, al que le une, además, un secreto que pronto va dejándose entrever. "Ella es un personaje anárquico que no cree en el mundo en el que vive", dijo Meier. Y él, que se pasa todo el rato "intentando pasar de un mundo a otro", continuó, asume tan a fondo la lógica implacable del capitalismo, las leyes de la transacciones y por supuesto sus trampas y atajos, que "llega a creer que puede comprar también el amor" de su hermana, a la que mantiene. "Me interesa que en las películas lo que no se explica sea tan importante como lo que sí", añadió la cineasta, que se rodea de colaboradores de empaque como el músico John Parish, autor de un score de tensa y atmosférica electricidad, y en especial Agnès Godard, que fotografía unos crudos y desangelados paisajes alpinos, efectivamente muy lejos de la postal tranquilizadora y sin duda uno los atractivos del filme.

La jornada se completó, dentro de la Sección Oficial, con Call Girl, de Mikael Marcimain, que a partir de un escándalo real en la Suecia de los 70 realiza un medido ejercicio de estilo que remite a los inconfundibles thrillers políticos de la época, juego de zooms y (sobre todo en el primer tramo) montaje trepidante incluidos, pero que acusa su excesivo metraje y sobre todo la prevalencia de los aspectos dramáticos y de guión más convencionales sobre los poderosos materiales de aquel caso de proxenetismo a gran escala con la implicación, por activa y por pasiva, del Gobierno y el Parlamento del país; una exploración -que el director sin embargo tan sólo amaga- de los rincones más sórdidos y de la resaca más incómoda de la liberación sexual en ese viejo y ya tantas veces desmentido o matizado paraíso del progreso.

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