Cultura

Una guerra dentro de otra

  • Václav Marhoul muestra en 'Tobruk', presentada en la seccición Oficial del SEFF09, el difícil día a día de un grupo de soldados checos durante la Segunda Guerra Mundial

Adaptación libre de la novela de Stephen Crane The Red Badge of Courage, ambientada en la Guerra de Secesión norteamericana y publicada originalmente en Nueva York en 1895, Tobruk -no confundir con el filme del mismo título dirigido en 1967 por Arthur Hiller- traslada esa historia a la Segunda Guerra Mundial para narrar las experiencias al límite de un grupo de soldados checos que tienen que sobrevivir a la duras condiciones de la contienda en el desértico norte africano.

“Cuando terminé de leer la novela de Crane sentí auténtica pasión y decidí hacer una película. La acción del libro transcurre en la Guerra Civil americana, pero la guerra siempre es la guerra. El soldado de Napoleón se sentía igual que el que luchaba con Julio César”, afirma el director checo Václav Marhoul, que presentó hoy la cinta en el Sevilla Festival de Cine Europeo dentro de la Sección Oficial.

Pese a que la elección de la histórica batalla lleva a pensar en una producción de corte bélico, Marhoul advierte de que “no es una película de guerra, ése es sólo el marco, es la historia de un grupo de soldados que no lucha contra el enemigo, sino entre sí, que tiene que sobrevivirse a sí mismo. El mayor enemigo del protagonista es él”.

Interpretado por un grupo de actores de teatro desconocidos no sólo para el público español, sino incluso para el checo, el filme se rodó en un ambiente que trató de simular las condiciones extremas experimentadas por sus personajes. “Quería hacer una película verosímil, así que cuando me planteé rodarla no quise estrellas en el reparto. Quería trabajar con buenos actores, con talento, pero desconocidos. Odio los castings, así que recorrí teatros de la República Checa, Moravia y Eslovaquia durante año y medio, hasta completar el reparto”.

Una vez completado, cuenta el realizador, guionista y productor del filme, “los actores se entrenaron en un campamento militar durante diez días. Sabía que iban a pasarlo mal, pero les dejé claro que si no superaban el entrenamiento no participaban en la película. Once resistieron, sólo uno se echó para atrás”.

“Fueron -recuerda el director- tres meses de rodaje en el desierto, al margen de la civilización, sin teléfonos móviles, sin internet, viviendo en tiendas de campaña. Tras dos semanas estábamos tan sucios y cubiertos de arena que hubiéramos podido prescindir del equipo de maquillaje. Pese a todo, pasé allí algunos de los momentos más maravillosos de mi vida”.

Pese a que algunos han querido ver en Tobruk un filme pacifista, Marhoul asegura que no es así. “Las personas tienen que luchar por su libertad. Mi bisabuelo era judío y gran parte de mi familia murió en los campos de concentración. Si no hubiéramos luchado contra los nazis muchos de nosotros no estaríamos aquí. La guerra es lo peor que te puede pasar, pero libertad y democracia son conceptos importantes por los que hay que luchar. Yo viví bajo el régimen comunista durante 29 años. A diferencia de los más jóvenes, sé bien que significan esos conceptos”, asevera.

Junto a Václav Marhoul, la presentación de Tobruk en el SEFF09 contó con un invitado especial, el compositor Richard Horowitz, autor de la banda sonora. “Cuando me llegó el guión me encantó. Me dije: es la clase de película europea seria, sin ninguna tontería”, afirma el músico norteamericano, quien tras varios meses de trabajo concluyó que no debía extenderse en la partitura. “Compuse sólo 15 minutos de música. Es todo lo que el filme necesitaba, porque ésta es una película sobre el silencio”, afirma.

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