euforia | crítica seff

Entusiasmos bastante medidos

Riccardo Scamarcio y Valerio Mastandrea  en 'Euforia' de Valeria Golino.

Riccardo Scamarcio y Valerio Mastandrea en 'Euforia' de Valeria Golino.

En dos o tres ocasiones, Euforia parece que se va a desligar del guión trillado y mil veces visto –el filo del abismo, en este caso la enfermedad terminal, como lugar y tiempo de la posibilidad de encuentro de los que siempre se han obviado, dos hermanos contrapuestos–, pero no lo hace. Son raptos, pequeñas fugas (un sincopado viaje a Lourdes), extraños momentos (una pelea interrumpida por un pez que cae de la boca de una gaviota), que tienen que ver con los actores, con la libertad y la apertura a los ruidos del plano. Valeria Golino, actriz sobre todo, sabe que ahí se juega algo importante, pero no parece demasiado interesada en explorarlo hasta sus últimas consecuencias.

Así, le queda el melodrama, un mullido colchón sobre el que tender a esta familia y amigos entre-conflictos, todos con sus razones, como decía el viejo patrón Renoir, pero ya condenados de antemano a no poder elegir la escapada, salir del entramado. El audiovisual, al menos, les dejará varios rifirafes e intensos careos, esa gimnasia que adoran los intérpretes cuando tienen la red debajo.