El abrazo acompaña a Emmanuelle Béart en su recogida virtual del Premio Ciudad de Sevilla, e indudablemente ella es la protagonista absoluta de este relato sobre la superación del duelo y el autodescubrimiento de una mujer a la que Ludovic Bergery observa de cerca sin temor a las huellas del paso del tiempo y los retoques de quien fuera la más radiante y bardotiana de las actrices francesas de los 90.
El problema es que, además de este gesto de admiración y confianza en su musa, un gesto correspondido con valentía, Bergery impone también sobre su trayecto demasiados percances que no contribuyen precisamente a hacer transparente el tono naturalista de su puesta en escena. Estudiante de alemán en Versalles, amiga y confidente de jóvenes compañeros de clase, Margaux busca desprenderse definitivamente del anillo nupcial entre encuentros sexuales insatisfactorios, pequeñas decepciones románticas e incluso una forzada escena de secuestro. El cine ha enseñado este tránsito femenino otras veces (sólo pensar en Wanda da escalofríos), y esta película no añade nada especialmente nuevo al estereotipo de las segundas oportunidades.