Crítica 'Made in ash'

Tribulaciones de una joven en la frontera

Made in Ash. Directora: Iveta Grófová. País: Eslovenia/República Checa. Año: 2012. Duración: 84 mins. Intérpretes: Dorotka Billa, Maria Billa, Jarka Bucincova.

La debutante Iveta Grófová tiene algo de prisa por llevar su película a donde sabe que va a funcionar, y esa podría ser la gran pega de Made in Ash, una cierta desgana -clichés amenazantes- en el planteamiento que revela que el guión va en muchas secuencias por delante de las imágenes. Cuando la protagonista, la joven Dorotta, que aún vuelca su inocencia en cuadernos de dibujos, arribe a Ash y vaya diluyéndose en su realidad, la película parece encarrilarse.

Grófová pone entonces en paralelo la creciente orfandad que la cerca con una progresiva desconexión con su pasado, y esto termina traduciéndose en una falta de fe entre percepciones: el campo que ocupa la joven para que su pareja pueda verla a través de una página web de Internet se siente cada vez más centrípeto, y la posibilidad del contracampo más quimérica. Así es como los secretos vínculos del plano/contraplano desembocan en el frío espionaje de la cámara de vigilancia. De ahí hasta el final, Made in Ash sigue a Dorotta en su nuevo paisaje existencial (el mercado de los hombres maduros), y aunque Grófová se empeñe en la lírica, lo que mejor se le da es hablar a través de los cuerpos.

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