DIARIOS DE OTSOGA | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

La infancia del cine

Un fotograma de la luminosa y libre película de Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes.

Un fotograma de la luminosa y libre película de Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes.

Hay varios posibles arranques para una crítica sobre este veraniego juguete cinematográfico de Fazendeiro y Gomes rodado en analógico y 16 mm. Podríamos empezar diciendo que es una película que devuelve el cine a su infancia, también podríamos anunciar que Miguel Gomes vuelve a su querido mes de agosto donde la fiesta (ahora amenazada por el Covid) aún continúa o bien podríamos regocijarnos porque el encuentro entre Gomes y Fazendeiro (Motu Maeva) ha sido bueno para ambos. Diarios de Otsoga es un filme, como muchos otros de la productora portuguesa O Som e a furia, donde el espectador está invitado a jugar, en este caso, por ejemplo, rehaciendo la cronología reversa con la que está estructurada la cinta, compuesta por 22 rótulos-días (secuencias formadas generalmente por dos o tres escenas) que empiezan en el día 22 y terminan en el 1. La obra, y sólo lo descubriremos hacia el día 13 cuando nos percatemos de la presencia del técnico de sonido Vasco Pimentel, es también el diario de un rodaje o la crónica de un posible rodaje entre muchos otros posibles.

En un momento de la cinta Fazendeiro le propone a Gomes la lectura de un libro de Pavese sobre el verano en una casa de campo de dos chicos y una chica que podría servir como excusa de partida. El recuerdo del cine de Rozier (Du côté d’Orouët) y también del de Erice (la imagen recurrente del membrillo que va pasando de la podredumbre a la inmadurez) forman la mágica liaison entre el verano ocioso y el paso (reverso) del tiempo (hacia la infancia del membrillo y del cine) que nutren este filme metalingüístico de resonancias inagotables. Hay dos escenas que lo resumen, en la primera los actores caminan a cámara lenta hacia adelante mientras un coche se mueve hacia atrás invitando al espectador a elegir el orden cronológico que prefiera. En la segunda, una discusión entre intérpretes y director es abandonada por la cámara para seguir a una limpiadora que entra en la habitación para pasar a otra, declaración de intenciones de un cine más interesado en filmar los márgenes.