Crítica cine Seff09

Colin, entre Paz y la guerra

Triage. Irlanda, España, Bélgica, Francia, 2009, Drama bélico. Dirección: Danis Tanovic. Guión: Danis Tanovic, a partir de la novela de Scott Anderson. Intérpretes: Colin Farrell, Paz Vega, Christopher Lee, Jamie Sives. Música: Lucio Godoy. Fotografía: Seamus Deasy.

Viene siendo costumbre que la película de inauguración de este festival tenga a la sevillana Paz Vega en el reparto, trate de algún conflicto bélico o acontecimiento histórico trágico y, además, sea mala a rabiar. Si hace dos años los hermanos Taviani presentaban su carta de renuncia en El destino de Nunik, en la que nuestra Paz se paseaba por Armenia con pinta de estar más perdida que una pava en un garaje, le toca ahora el turno de la seriedad de cartón y los temas importantes al bosnio Danis Tanovic, generosamente agraciado con un Oscar (En tierra de nadie) y definitivamente desenmascarado en El infierno, pretencioso europudding en el que tiró por tierra un proyecto del bueno de Kieslowski.

El propio Tanovic adapta ahora con espíritu simplón y formas toscas una novela de Scott Anderson en un guión que nos traslada al Kurdistán en plena invasión iraquí a finales de los años ochenta. En las agrestes montañas kurdas encontramos a dos intrépidos fotógrafos irlandeses (Colin Farrell y Jamie Sives) que se debaten entre su pasión profesional y las fronteras éticas ante el horror que tienen delante, un horror simbolizado por las tiras azules o amarillas que señalan la gravedad de los heridos en un campamento.

Si la cosa se hubiera quedado ahí, hubiéramos podido tener una película bélica de reporteros al estilo Las flores de Harrison o Territorio comanche, no en vano, Tanovic ya hizo fortuna con dos actores y una zanja en su celebrado debut. Pero no, Triage devuelve al atribulado Farrell a su casa de Dublín, donde le espera su esposa Paz con un inglés de Follow me y un mantón de manila, para regalarnos un insufrible dramón psicológico con shock postraumático y cojera incluida. Por ahí aparece en escena, cual exorcista de almas atormentadas, el abuelo de Paz (Christopher Lee, con impecable acento británico), un improbable psicólogo español de turbio pasado franquista (sic) encargado de sacar a relucir esa verdad oculta que el espectador más despistado intuye ya desde hace más de una hora. Y es entonces, en la azotea de un hospital, cuando llega la catarsis, los pucheros y las lágrimas de cocodrilo de un desmejorado y patético Farrell. Ya verán qué risa.

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