Crónica levantisca

Juan M. / Marqués / Perales

El partido de Pedro es el de Pablo y casi el de Rufián

Sánchez reveló en 'Salvados' que su proyecto de refundación de un "PSOE autónomo, alejado del PP" es un partido que necesitará a Podemos para gobernar.

UNA de las pocas personas de este país que sigue confiando en Pablo Iglesias es Pedro Sánchez. Al líder de Podemos se le cayeron un millón de votos en las pasadas elecciones debido a su histrionismo y su radicalización, dejó de liderar un partido transversal con vocación de Gobierno para hacer de su organización una formación protesta, más cercana a la extrema izquierda de la Transición que a la socialdemocracia. Errejón le respondió con acierto cuando le dijo que estaba bien que los poderosos temiesen a Podemos, lo malo es que la vecina de al lado también se acojonase.

Pedro Sánchez reveló en Salvados que su proyecto de refundación de un "PSOE autónomo, alejado del PP" es un partido que necesitará a Podemos para gobernar. Con ellos, hay que trabajar "codo con codo" porque el único modo de gobernar será una alianza de la izquierdas. Este proyecto mata al PSOE, cuya virtud ha sido que, siendo de izquierda, está en la centralidad; es cierto que hay miles de militantes enfadados por abstenerse ante el PP, pero hay cientos de miles de electores que no votarían al PSOE si es para gobernar con Pablo Iglesias, con Kichi o con Ada Colau.

Si ése es el proyecto de Sánchez, mejor que se ahorre su gira por España. Los insultos de personas como Pablo Iglesias a dirigentes socialistas, los aplausos de Podemos a la gente de Bildu o al tal Rufián hacen impensable que la mayoría del partido abrace este deslizamiento hacia el morado que, posiblemente, nunca acabaría aquí, sino que tendría que ir de la mano de Esquerra o de la antigua Convergència.

Lo que Pedro Sánchez explicó a Jordi Évole es lo sospechado: el PSOE pedrista ya se había aproximado a Podemos, y le había comprado el relato entero de las causas de la abstención a Mariano Rajoy. Los mismos coros que se oyeron aquel día en Ferraz fueron los que se gritaron en la manifestación Rodea al Congreso; incluso, y doy fe de ello, hubo personas en uno y otro lado.

Este relato, compartido con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián, sostiene que fueron Susana Díaz y Felipe González quienes, en coalición con Telefónica y Prisa, impidieron la investidura del presidente socialista mediante la coacción. Sin embargo, fue Iglesias quien se opuso a hacer a Sánchez presidente con el apoyo de Albert Rivera. Tras el 26-J, Pedro Sánchez no tenía ninguna posibilidad, de no ser con Podemos, ERC, PNV, Convergència y Bildu. Al parecer, es "fascista", apelativo oído a podemitas y a pedristas, quien considere que eso era una locura peligrosa.

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