La nueva estrategia de Sánchez: “asediados” por la Justicia
Las claves
Se niegan a reconocer que acogen manzanas podridas, que la corrupción ha cruzado puertas de importantes despachos de Moncloa y Ferraz. Niegan todo, no aceptan que la mayoría de los jueces y fiscales se mueven exclusivamente siguiendo lo que marca la Justicia, y que un puñado de periodistas trabajan buscando la verdad y, antes de publicar o dar voz a las denuncias que les llegan o al resultado de sus investigaciones, se cuidan de contrastar los datos que les llegan.
De cara al congreso de Sevilla iniciado este viernes –en el que es imposible no advertir el clima de preocupación. desde Moncloa, que asume no solo lo concerniente al Gobierno sino también al partido– la consigna es clara: sufren un “asedio” judicial. En la España actual el victimismo se ha convertido en el principal argumento de defensa y, al mismo tiempo, de captación de votos.
Lo han utilizado eternamente los nacionalistas, y ahora lo manejan con soltura y poder de convicción los independentistas, que han incrementado su poder gracias a que gobierna un hombre que no ha ganado las elecciones y cada día está necesitado de diputados con los que aprobar sus iniciativas. Lo que no había ocurrido hasta ahora era que lo utilizara también el Gobierno apuntando a jueces y fiscales como impulsores del asedio, el acoso o la persecución que dicen sufrir.
Cuando se inicia el congreso es necesario tener en cuenta un dato relevante: se celebra en fecha adelantada y, cuando se produjo el anuncio el comentario fue unánime; la decisión de Pedro Sánchez venía condicionada por la necesidad de demostrar públicamente que era líder indiscutible de los socialistas. La debilidad se advertía día a día, a medida que se conocían noticias de corrupción que afectaban incluso a su círculo más cercano. A eso se sumaba el malestar profundo que se produjo en dirigentes del partido –sobre todo en los regionales– por los acuerdos a los que obligaban los socios del Gobierno, provocaba un rechazo creciente que convenía abortar cuanto antes para no debilitar la imagen del secretario general y presidente de gobierno.
Se asentó una sensación muy incómoda entre un porcentaje alto de militantes y simpatizantes del PSOE: la demostración palpable de que a la mayor parte de los miembros destacados del partido, miembros del Gobierno y altos cargos de las instituciones, les producían más indignación las cesiones fiscales al independentismo catalán y al PN V que los acuerdos con Bildu, partido que tenía como origen una banda terrorista que asesinó a casi mil españoles, entre ellos altos cargos y militantes socialistas.
Era palpable desde hace meses que Pedro Sánchez perdía crédito e influencia, incluso se cuestionaba su honradez. Puso el foco en los jueces cuando empezaron salir noticias sobre cómo había conseguido Begoña Gómez una cátedra extraordinaria utilizando patrocinios de empresas a las que interesaban las buenas relaciones con Moncloa. Fue imputada, y ambién el rector de la Complutense.
La pérdida de crédito de Sánchez se acrecentó en las semanas siguientes, con nuevas publicaciones que profundizaban en los casos de corrupción que afectaban a importantes colaboradores del presidente. Tan es así que cuando se llega al congreso de Sevilla la situación es preocupante para la supervivencia del PSOE como partido con un futuro brillante; aunque nadie duda que Sánchez será reelegido con un porcentaje superlativo de votos, que es precisamente lo que se buscaba con el adelanto de la fecha del congreso.
Sin embargo la situación es patética para el partido, aunque los sanchistas se niegan a reconocerlo.
La misma mañana del inicio, el que era secretario general del PSOE madrileño hasta tres días antes, Juan Lobato, compareció ante el juez para explicar lo que había denunciado: desde Moncloa le habían hecho llegar un documento sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso para que lo esgrimiera en la Asamblea madrileña. Asesorado previamente, Lobato actuó con cautela y, aunque lo enseña en el hemiciclo no llega a atacar a la presidenta porque, de hacerlo, habría cometido delito, ya que se trataba de un documento que recogía el acuerdo de conformidad de un ciudadano con un fiscal, que es rigurosamente secreto.
Meses más tarde, cuando se publican mensajes que podrían implicarle directamente en esa delictiva revelación de secretos, decide acudir a un notario para que levante acta. De inmediato, un juez le convoca para prestar declaración y que lleve la copia del acta notarial. Es lo sucedido precisamente en el día que se iniciaba el congreso socialista. Lobato, consciente de que ha sido víctima de una maniobra para inculparle –Sánchez maniobraba para que no fuera reelegido secretario general madrileño a principios de año– renuncia a su cargo madrileño con una rotunda y dura declaración en la que dice que se aleja del partido mientas su dirección actúe sin respetar los principios de honradez y servicio ciudadano que él considera indispensables en el ejercicio de la política.
Candidatos a tirar de la manta
Lobato se aparta del PSOEde Sánchez, que llega al congreso en una situación de deterioro muy claro: si desde hacía meses los dirigentes regionales Emiliano García Page y Javier Lambán demostraban abiertamente su distanciamiento con el líder del partido, a ellos se suman en las semanas previas a la cita sevillana el secretario general de Castilla y León Luis Tudanca y el extremeño Gallardo, aunque no Lobato porque había ido más lejos al anunciar que dejaba su cargo madrileño. Gallardo, por cierto, acababa de ser imputado por presunto colaborador de la trama también presuntamente delictiva del hermano de Sánchez.
A ello hay que sumar la situación de Juan Espadas, anfitrión del congreso como secretario general andaluz, que podría tener los días contados por la fuerte contestación que se vive en el socialismo andaluz, que no levanta cabeza desde que Espadas se ha hecho cargo del partido.
Felipe González no ha sido invitado al congreso, rompiendo la norma de invitar a los ex secretarios generales del partido. El lugar de honor se reserva para José Luis Rodríguez Zapatero, hoy asesor de Pedro Sánchez y que podría ver empeñado su futuro si se investigaran sus relaciones con Maduro y, también, con China.
El panorama se presenta incierto para el sanchismo: los tribunales tomarán decisiones tras llegar a fondo en las investigaciones sobre los pagos que Aldama asegura que recibieron personas relevantes del partido; dos personas más están dispuestas a prestar información a los tribunaleses sobre esos pagos, el socio de Aldama y la mujer que asegura que llevó 90.000 euros en mano a Ferraz. Ábalos podría también revelar todo lo que sabe, que es mucho, si se ve acosado por los jueces, además de abandonado por quien fue la persona a la que ha dedicado su vida política, Pedro Sánchez. Y Koldo está dispuesto a hablar si se le sigue presentando como origen y destino de toda una trama de corrupción.
Eso sí, Pedro Sánchez estará al frente de la secretaría general del partido y, previsiblemente, candidato a la presidencia del gobierno en las próximas elecciones.
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