Adiós a un icono del PP | Esquivó varios casos de corrupción pero la superó el caso Taula

El mito se hizo falla

  • La "alcaldesa de España" dirigió 24 años el Ayuntamiento de Valencia, pero la estrella acabó estrellada

Ilustración de Rita Barberá. Ilustración de Rita Barberá.

Ilustración de Rita Barberá. / Rosell

La alcaldesa por antonomasia, la que no dejaba en la plaza de toros un asiento libre de sus más de 16.000 en las campañas electorales, la que dirigió el Ayuntamiento de Valencia 24 años, era hasta hace dos meses una de las más reputadas militantes del PP. Rita Barberá (Valencia, 16 de julio de 1948-Madrid, 23 de noviembre de 2016) tenía el carné nº 3, pero lo tuvo que devolver, enredada en el caso Taula, un disgusto que tiene mucho que ver con el fatal desenlace, a los dos días de declarar ante el Tribunal Supremo por el blanqueo de dinero en el consistorio del que ella, periodista, siempre dijo que nunca tuvo noticia.

Sí, también pertenecía al sufrido gremio. Echó los dientes en la profesión en Radio Valencia, en el diario vespertino Jornada -fundado por el Movimiento Nacional en 1941- y luego en el Levante, antes de dirigir los gabinetes de prensa del Gobierno civil y de la Confederación Empresarial valenciana. Y dado su carácter extrovertido y campechano hasta el límite del protocolo institucional, a nadie le debe extrañar que en 1973, con 25 añitos, fuera declarada Musa del Humor en un concurso literario instaurado por el Ayuntamiento preconstitucional de Valencia, la llamada Olimpiada del Humor en aquellos tiempos en los que a algunos les costaba tanto sonreír a la sombra de esa insufrible dictadura que empezaba a agotarse.

Un verbo éste del que hasta hace unos días este verdadero animal político nunca había dado apenas síntomas, parecía incombustible, aunque le hizo mella el batacazo electoral de 2015, cuando dilapidó la mitad de sus concejales. Una situación un tanto anómala para una mujer acostumbrada a aplastar a sus rivales -cuatro de sus cinco mandatos cabalgó a lomos de la mayoría absoluta, el primero gobernó en coalición- y que resumió de forma gráfica esa nefasta noche del 24 de mayo de aquel año con su desparpajo habitual: "Vaya hostia".

Compañeros de viaje al frente de la Generalitat valenciana, otrora insobornable feudo del PP, como Eduardo Zaplana o Francisco Camps iban cayendo por los senderos del poder, pero ella seguía su camino tan pancha, idolatrada por sus paisanos, que la saludaban allá por donde aparecía como quien saluda al vecino de toda la vida.

Una vida que ha dedicado al PP, incluso desde antes de que naciera esta criatura, cuando aún se llamaba Alianza Popular, de la que fue cofundadora y copromotora en su Valencia en 1976, punto de partida de una larga carrera de fondo. En 1987 fue cabeza de lista por Valencia en las autonómicas y seis años después se convirtió en diputada en las Corts. Miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PP desde 1993, el rayo que no cesó hasta ayer tenía cautivado al jefazo. Hasta hoy. Buena fe dio de ello el dedo en el ojo que metió José María Aznar a Mariano Rajoy al lamentar ayer en su nota de condolencia que su vieja amiga había muerto después de ser excluida del partido tras dedicarle toda una vida.

Su desparpajo habitual no lo perdió ni al ser desterrada en 2015 de la Alcaldía: "Vaya hostia"

El actual jefazo tampoco le escatimó nunca elogios: "Rita, eres la mejor alcaldesa de España", ha tronado alguna vez Rajoy mientras ella suspiraba gozosa en aquellos buenos viejos tiempos. Esos de las inauguraciones en serie, en los que la dama de rojo (su color favorito para la ropa) no tenía reparo en saltar cada vez que se lo pedían mientras inauguraba las mascletás, en las que llenaba el balcón del ayuntamiento de personalidades a las que no dejaba de hacer reír y tiraba petardos como uno más.

La visita del Papa a Valencia en 2006 fue el punto culminante de la borrachera política de Barberá y Camps, que volaban ebrios de poder a bordo de un Ferrari, con el mejor trajeado al volante. Rita y Valencia eran todo uno, pero los devaneos con Urdangarín, con el que negoció el foro turístico Valencia Summit, marcaron el inicio de un lento y casi imperceptible declive.

Los vítores en los mercados ya empezaron a tornarse en abucheos. El mito empezaba a arder como una vulgar falla. En julio se archivaron otras dos causas en su contra, una por incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica (por no retirar símbolos franquistas cuando la senadora era alcaldesa); otra, el llamado caso Ritaleaks, por malversación de caudales públicos. Los regalos de la Gürtel también la salpicaron. Las escuchas telefónicas revelaron que Álvaro Pérez, El Bigotes, hablaba del bolso Louis Vuitton que le iba a regalar, aunque nunca llegó a estar procesada, igual que en el caso Emarsa. Pero la operación Taula ha podido con ella.

Una "cacería", rumia parte del PP. Macabramente certera, María Dolores de Cospedal declaraba en febrero en TV3: "Aquí porque uno sea del PP o porque se llame Rita Barberá... el acoso es tal que parece que hay gente que hasta que no vea que determinadas personas se mueren de un infarto no van a parar".

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