Opinión | Elecciones Generales Granada 2019

Granada y el cuento de Pedrito y el lovox

  • El remake hablaría del pastorcillo resiliente, el superviviente. Más que la Pantoja

Granada y el cuento de Pedrito y el lovox

Granada y el cuento de Pedrito y el lovox

Decía el cuento de Pedrito y el lobo que un pastorcillo se divertía alarmando a sus vecinos de que el lobo había llegado para comerse sus ovejas. Pero el lobo no llegaba, hasta que llegó y el Pedrito de ese cuento asistió a un desenlace fatal. La distopía del domingo habló de un Pedro que advirtó a los vecinos tan insistentemente que todo el mundo pudo ver asomar las orejas al lovox, pudo sentir el aliento en la nuca.

Una amiga explicaba que la misma noche del domingo su taxista le radiografió el pulso electoral con precisión sociológica: “a la gente no le gustan los extremos, a Vox lo han alimentado los medios y mira lo que ha pasado al final”. Punto. Sin discordia.

Ni a la gente le gustan los extremos aunque generen horas y horas de conversaciones de barra de bar ni la izquierda se siente tan obligada a acudir a las urnas cuando aparecen discursos reaccionarios. El eterno voto castigador de la izquierda salió el domingo de casa con impulso atómico a pesar del descontento que demostraron en las pasadas elecciones andaluzas. Cuando se le ven las orejas al lobo se aprieta el botón de inyección. 77% de participación en Granada capital y 75% en la provincia y el PSOE es la mayor fuerza en Granada tras 33 años de espera.

Antes de que todo sucediera, los datos de participación despertaban dos sospechas, o arrasaba la izquierda o lo hacía el núcleo de derechas. La balanza se inclinaba más hacia la izquierda, porque otro de los aforismos de nuestra manera de entender la democracia es que la derecha vota. Siempre y sin descanso, no hay abstención condenatoria. Pero claro, nunca antes la derecha española tenía tantas siglas donde elegir.

Los resultados nacionales son a priori más resultones pero a escala local el reflejo de este pedacito de realidad es más lumínico. Del desconcierto a la euforía desbordante y sudorosa. Caras de perplejidad y de espanto contra la cara B del cassette donde la felicidad de la sala, en comparación, habría dejado a Marisol como una depresiva crónica.

En la calle Andrés Segovia empezaban a atisbar la dureza del golpe sobre las 21 horas. Los escaños del PP en caída libre y los del PSOE efervesciendo en las botellas de champán. El desconcierto pasaba a la lúgubre resignación.

El catering que ofrecieron a los medios desaparecía poco a poco en una espera para las comparecencias que se dilató horas desde que se conocieron los resultados definitivos hasta que Vicente Azpitarte, Carlos Rojas y Sebastián Pérez, candidato a la alcaldía, acudieron juntos a la sala. Azpitarte y Rojas, fueron los dos únicos ganadores de la noche en Andrés Segovia con sendos ticket validados al Senado y Congreso, respectivamente.

Pérez por su parte encajaba el zurdazo del momento pero se agarró a la resistencia y a eso de morir luchando de cara a las municipales del mes que viene. Pablo Hispán, el aspirante al Congreso apadrinado por el mismísimo Pablo Casado se quedaba en tierra en esta ocasión aunque pese a todo acudió a la foto final. El PP de Granada ha perdido dos senadores y dos diputados que queda en un mínimo representativo en Madrid.

Apenas una hora más tarde la presencia de Pablo Casado en la sede del PP granadino se iba diluyendo poco a poco. Campaña nueva, vida nueva. No daban las 12 de la noche y el gran póster electoral de Casado que vestía la fachada contigua a la puerta de la sede ya no estaba y no dejó tras de sí ni un rastro de pegamento.

En versión digital sucedió lo mismo: sin huella del líder nacional en la foto de perfil de Twitter de Sebastián Pérez donde horas antes relucía su sonrisa de aspirante a presidente.

A menos de 500 metros y cuando la euforia de Ferraz había soslayado el espacio tiempo, en Torre de la Pólvora ardía aún el sudor de las felicitaciones propias. Se repartieron claveles rojos de tallo largo, se abrazaban, besaban y pensaban: desde hace 33 años el socialismo en Granada no era la fuerza mayoritaria de la provincia. Un gran mapa rojo con pequeñas excepciones que enarbolaba como un estandarte el secretario general de los socialistas en Granada, Pepe Entrena.

Tras él destacaban dos cuerpos emocionados sobre el resto de ganadores. Sandra García, antigua delegada del Gobierno del la Junta, que tras haber pasado apenas un mes en el paro, obtenía su lugar en el Senado. El lugar donde viene a reposar la política, el premio final al servicio.

El otro cuerpo fluorescente era el del alcalde Francisco Cuenca, allí Paco. Pelo revuelto, camisa abierta tanto como su sonrisa y como todos, pagado de sí mismo en ese momento. La satisfacción hecha persona de quien ve muy posible revalidar alcaldía el próximo mayo en un terreno históricamente hostil para el socialismo. Cuenca aplaudía a su presidente, sonreía y miraba al infinito ensoñado de la plaza del Carmen. Socialismo en vena ante una noche en la que literalmente, y tras lo sucedido en Andalucía, podía suceder cualquier cosa. El fin de fiesta de la resurrección.

Tanto avisar de que venía el lobo que al final nos lo creímos, pero a Pedrito al final no fue masacrado, fueron los vecinos quienes frenaron a la bestia del 10% que ha conseguido, contra todos los pronósticos alarmistas, entrar de forma testimonial en el Congreso. El cuento de Pedrito y el lobo se ha quedado obsoleto ya. El remake hablaría del pastorcillo resiliente, el superviviente. Más que la Pantoja.

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