El rey cumple 50 años | la corona remonta la crisis

Felipe VI, 50 años y reválida

  • Felipe VI cumple el martes 50 años como el Rey que ha conseguido devolver a la Corona el prestigio que disfrutó en sus mejores momentos

El rey Felipe VI cumple 50 años

"El niño nos ha salido Grecia". Esta frase, probablemente apócrifa, se le atribuye a don Juan de Borbón para referirse a su nieto, el que entonces era príncipe de Asturias y hoy reina en España con el nombre de Felipe VI. Con esta sentencia, el Conde de Barcelona quería decir que el carácter del monarca estaba más influido por los genes de su madre, la reina Sofía -de profundas raíces alemanas pese a pertenecer a la antigua casa real de Grecia- que por los de su padre, el actual rey emérito, Juan Carlos I, perteneciente a la rama española de los Borbones. Lo que en principio no es más que el producto del azar genético, sin embargo, se ha convertido en una auténtica ventaja en los inicios del reinado de Felipe VI. Lo mismo le pasó en su momento a don Juan Carlos, cuyo carácter Borbón (simpatía, casticismo, genio y cierta tendencia a romper el protocolo) le ayudó en gran medida durante los inciertos años de la Transición, cuando la imaginación, la audacia y la capacidad personal para seducir eran de vital importancia para gestionar situaciones muy complicadas y novedosas. Por su parte, la genética griega del rey Felipe (seriedad germánica, riguroso sentido del deber y austeridad en forma y fondo) han sido importantes a la hora de afrontar la complicada situación heredada el 19 de junio de 2014, cuando fue proclamado Rey de España por las Cortes Generales tras la abdicación de un padre, acosado por los problemas de salud y la pérdida de popularidad provocada por episodios como el de la cacería de Botswana en unos momentos que el país estaba sumido en una profunda crisis económica.

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Felipe VI cumple el próximo martes cincuenta años y, después de tres y medio de intenso reinado, casi nadie duda de que ha sabido encarar con acierto los muchos problemas que ya le han salido al encuentro y que se podrían resumir en tres bloques: la pérdida de prestigio de la Corona, la complicada crisis institucional desatada entre las elecciones generales de diciembre de 2015 y las de junio 2016, y el órdago secesionista catalán. Este 2018 no sólo será el año en el que el Rey cumpla medio siglo de vida, sino también el de su confirmación, el de la reválida de un título que, si bien le corresponde por derecho, está sometido a ese perpetuo examen por parte de la opinión pública que caracteriza a los liderazgos contemporáneos. Hasta la fecha, el Rey ha logrado cumplir el que fue su principal compromiso en su discurso de proclamación: dotar a España de "Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo".

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Cuando el Rey llegó al trono, el prestigio de la Corona había sufrido una fuerte caída en las encuestas de opinión y apenas llegaba a 3,7 en la valoración popular. Hoy, sin embargo, Felipe VI ha alcanzado el notable que la Monarquía no disfrutaba desde 1995, hace ya más de 20 años. ¿Cuál ha sido la fórmula? Principalmente, la combinación de tres elementos: la transparencia, la austeridad y la absoluta intransigencia hacia algunos episodios de corrupción detectados en el entorno de la Familia Real, como es el caso Nóos y la condena de su cuñado, Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina de Borbón, por diversos delitos. Nada más ser proclamado Rey, Felipe VI realizó importantes reformas. Una de las primeras, y quizás la más llamativa, fue la de bajarse el sueldo un 20% en febrero de 2015, consciente de la general pérdida de poder adquisitivo experimentada por los españoles. Asimismo, tomó medidas inéditas, como encargar una auditoría independiente de los gastos de su Casa, que se encargó a la Intervención General del Estado, pese a que no lo exige la Ley de Transparencia. También llegó a un acuerdo con la Abogacía del Estado para disponer de asesoría jurídica permanente que impidiese cualquier tipo de ilegalidad por parte de la Corona y prohibió a los miembros de la Familia Real dedicarse a cualquier negocio o empleo que no sea la representación institucional.

En estos años hemos visto también cómo el Rey ha sabido ejercer su papel de moderador de la vida política española sin caer en la tentación de la intervención. Esto se vio de una manera clara entre las elecciones generales de diciembre de 2015 y las de junio 2016, cuando supo mantener una exquisita neutralidad, pese a las muchas voces que le recomendaban que se arrogase funciones fuera del papel que le asigna la Constitución.

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Sin embargo, la actuación más importante del monarca hasta ahora -y quizás también será la de su reinado- fue su discurso sobre Cataluña del pasado 3 de octubre, cuando el país se encontraba sometido a una tensión insostenible ante la inminente declaración de la ilegal república catalana. Ante una España que cambió la preocupación por la euforia, el monarca reconvino duramente a los soberanistas y exigió al Gobierno la restitución inmediata del orden constitucional.

Era el momento de demostrar que un Rey es algo más que un bonito jarrón chino. Y lo hizo. Muchos han comparado aquella intervención con la realizada por su padre la noche del 23-F. Y no les falta razón. España vio esa noche que tenía un Rey en del que se podía fiar. Un Rey serio que no esquiva los problemas, por complicados que sean. La mejor sangre Grecia.

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