España

Una marea bloquea los colegios

  • Cientos de personas permanecen todo el día en los centros de votación para evitar la actuación policial

Colas en Escola dels Encants, en Barcelona

Ocho de la tarde. Cientos de personas se agolpan en el exterior del IES Mediterrània de la localidad barcelonesa de Castelldefels y cantan Els Segadors a la luz de los móviles. Todo son felicitaciones por haber conseguido acabar la jornada de referéndum independentista sin que el colegio electoral haya sido cerrado. La escena se repite y el mensaje también: mantenerse a las puertas de los centros durante el recuento.

Así ha sido durante un largo día iniciado muy temprano, mucho antes de las 9 de la mañana. A esa hora, en el Mediterrània, como en el resto de los colegios electorales catalanes, se agolpan ya dos centenares de personas. A lo lejos, dos mossos vigilan sin causar la más mínima inquietud a los allí concentrados a pesar de que la orden era desalojar los centros a las seis de la mañana. A las siete habían salido del instituto los padres y alumnos que lo habían ocupado el fin de semana y se empezaban a montar las mesas. Este colegio no tiene los problemas de otros: hay urnas, papeletas y sobres suficientes.

La organización de la votación se hace sólo posible con la colaboración de los concentrados. Hay representantes de la Administración, apoderados e interventores de los partidos -independentistas-, pero en un referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional lo que más abunda en los colegios son los voluntarios sin identificación alguna. Lo son los miembros de las mesas electorales, escogidos entre los primeros votantes en llegar; también las personas que se encargan de orientar a los que llegan.

Se pide la ayuda a los reunidos en el exterior para la gestión de la aplicación de consulta del censo electoral, la fórmula mediante la que la Generalitat intenta facilitar el voto en cualquier colegio que esté abierto. La aplicación se cae a primera hora de la mañana ante la intervención de la Guardia Civil pero en el IES Mediterrània activan rápidamente el plan B y aparece un censo electoral en papel, algo diferente al de cualquier convocatoria electoral: una sucesión de DNI sin ningún dato más sirve a los miembros de la mesa para autorizar el voto. En otros colegios se empiezan a apuntar nombres y DNI de los votantes en un folio. La amenaza de multa de la Agencia de Protección de Datos (por varios cientos de miles de euros) planea sobre las mesas, pero no arredra a sus miembros. Eso sí, prefieren no dar sus nombres.

Gente votando en el instituto Mediterrània de Castelldefels Gente votando en el instituto Mediterrània de Castelldefels

Gente votando en el instituto Mediterrània de Castelldefels / R.M.

En Castelldefels el independentismo habla castellano y catalán a partes iguales. En este municipio cercano a Barcelona hay muchos vecinos de fuera y muchos castellanoparlantes, explica uno de ellos, Felipe Ortiz. Y "ninguna tensión", comenta a su lado Dolors Girbau, "no tenemos ningún problema de convivencia como se ha intentado transmitir".

Ambos esgrimen en la cola de la urna las bondades de la independencia, la necesidad de que Cataluña gestione su economía de forma directa, que es la madre del cordero. "Creemos que Cataluña estará mejor fuera de España", aseguran, para a continuación apostillar que "aquí nadie tiene nada en contra del pueblo español. El único problema -añaden- es con el Estado".

Ese es el mensaje único, un mantra que se repite en todos los centros. Como también la acumulación de personas a las puertas. Algunos han llegado pertrechados con sillas, comida y todo lo necesario para pasar el día "protegiendo las urnas". Más después de que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado desalojasen varios centros electorales, dejando imágenes que se rebotan de un móvil a otro entre críticas. El ambiente es todavía festivo, pero también hay indignación ante la respuesta a "una resistencia pacífica", señalan. A primera hora de la tarde colegios de la zona de la Sagrada Familia como la Escola dels Encants o el Vedruna Inmaculada están custodiados por cientos de personas arremolinadas. El panorama es de lo más variado: hay parejas mayores, grupos de amigos, familias con niños. Y tras una mañana complicada para las votaciones por los problemas con el sistema informático, las colas siguen siendo de horas para depositar el voto.

Los informáticos trabajan a contrarreloj para buscar alternativas que faciliten el uso de la aplicación web, evitando, explica uno de los voluntarios, utilizar un censo de papel que podría conllevar problemas legales.

Empieza un peregrinar de votantes en busca de colegio. En el Ramon Llull un apoderado de la Asamblea Nacional Catalana permanece a la puerta del centro informando a todo el que llega de las alternativas más cercanas. A través de las redes sociales, los propios votantes difunden las direcciones de los colegios abiertos. Por lo demás, las calles permanecen tranquilas, como cualquier domingo del año. En los bares, la información del referéndum da paso al partido del Barça.

Ambiente en el Vedruna Immaculada. Ambiente en el Vedruna Immaculada.

Ambiente en el Vedruna Immaculada. / R.M.

En el instituto Miquel Tarradell del Raval, una cadena humana protege la entrada a solo unos metros de Las Ramblas y el Barrio Gótico, que mantienen su ritmo repletas de turistas ajenos a lo que ocurre. Son ya las seis de la tarde y el goteo de votantes es menor, pero cientos de personas permanecen fuera cortando la calle.

Desde un balcón, un grupo de jóvenes extranjeros pone música a todo volumen para animar la espera, L'Estaca incluida. Hay un control férreo del acceso; la prensa puede entrar previa muestra de la acreditación. Una vez dentro, uno de los apoderados me explica que se está difundiendo la presencia de infiltrados en los colegios, así que hay que tener cuidado. Al tiempo, un coche de los Mossos cruza la calle abarrotada de gente. La multitud se abre paso y aplaude mientras el vehículo pasa de largo. La tensión se mantiene ante la posibilidad de que se lleven las urnas; de hecho, los Mossos aparecen después de cerrar el colegio, pero no entran.

A las diez de la noche vuelven las cacerolas. El recuento ha finalizado ya en muchos de los colegios y se están difundiendo los resultados. En el aire queda la pregunta ante la que todos los participantes en el referéndum encogen los hombros: ¿qué ocurre a partir de hoy?

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios