España

Artur Mas maniobra para reeditar la "lista de país" con ERC

  • Oriol Junqueras es partidario de ir en solitario y Carles Puigdemont se queda sin liderazgo político por su huida no consensuada

  • El objetivo de los secesionistas es sumar a Podemos y los comunes para sumar una mayoría social bajo el paraguas de la "amnistía"

  • El sindicato independentista convoca huelga para el 8 de noviembre, pero esta vez la autoridad laboral es el Gobierno, no la Geberalitat

El PDeCAT pide al soberanismo presentarse unido en una "gran lista de país"

Tampoco hay que perder la perspectiva. El futuro de España y Cataluña no se decide en la Audiencia Nacional ni en el Supremo. Ni siquiera en un tribunal belga, sino en las urnas el próximo día 21 de diciembre, cuando 5,5 millones de catalanes decidan qué composición tendrá el próximo Parlamento autonómico. Hasta el jueves, el ex presidente Carles Puigdemont llevaba la batuta de la campaña electoral, marcaba los tiempos, dirigía los focos y mantenía cierto liderazgo para decidir dentro de Junts pel Sí, la coalición de ERC con el PdeCAT.

Pero el encarcelamiento de buena parte de su Gobierno y del ex vicepresidente Oriol Junqueras, obliga a todos los partidos a redefinir sus estrategias electorales en un escenario en el que Puigdemont, del PdeCAT, ya no es tan líder: permanece huido en Bruselas, con cuatro consejeros más, mientras sus compañeros de viaje están encarcelados en Estremera y Alcalá Meco. Su posición es cada día menos digna.

Quien fuese su mentor, Artur Mas, el presidente que inició todo este proceso por interés personal, maniobra para que ERC acepte ir en una coalición en "una lista de país", junto con el PDeCAT y con parte de Podemos, pero Oriol Junqueras tiene esta vez más fuerza para convencer a su partido para armar una lista republicana, amplia, pero sin los antiguos convergentes.

La campaña electoral de los soberanistas se va a centrar en el rechazo al 155

En el ecosistema independentista, dos de los principales actores están donde siempre han estado: ERC y la CUP, unos republicanos, otros antisistemas. Como siempre. Cambió Convergència, y lo hizo por voluntad y necesidad de Artur Mas. ERC era un partido de 10 escaños en 2010, minoritario hace siete años en el Parlamento catalán, pero la sentencia del Estatuto, el caso de corrupción de los Pujol y los ajustes presupuestarios que Mas tuvo que acometer en la Generalitat, los elevaron al estrellato. Dobló su presencia en 2012, con 21 escaños, y en 2015, Artur Mas, consciente de que la pérdida de poder era irreversible, presionó a ERC para acudir en Junts pel Sí, tan mal pintaba su futuro que aceptó el cuarto puesto de la lista, Raúl Romeva, que venía de Los Verdes, fue el candidato de consenso entre los dos grandes partidos. Aquello se hizo con la oposición de Oriol Junqueras, pero esta vez el líder de ERC se opone a reeditar el pacto. En un artículo publicado en Ara, el ex vicepresidente sostiene que cada uno debe ir "por su sitio". "Cada uno debe elegir cuál es la mejor fórmula para concurrir a las elecciones", escribió Junqueras en un artículo publicado el mismo día que entraba en prisión.

La ejecutiva del PDeCAT se reunió por la mañana en el Parlamento, cerca de tres horas de reunión, con la presencia de Artur Mas, que sigue siendo el presidente del partido. A la salida, la coordinadora, Marta Pascal, ofreció una rueda de prensa que fue un canto a favor de la lista única. "Sumemos esfuerzos". "Por nosotros no quedará". "Es la hora de la generosidad. Busquemos soluciones, no batallas ni reproches". "Tenemos que estar a la altura de las situaciones, tener sentido de país". Toda la artillería de frases para presionar a ERC en nombre de la "amnistía" de los encarcelados y en contra del artículo 155. Ya no es Junts pel Sí, sino una "lista de país" en defensa de quienes llaman presos políticos. De hecho, Pascal corrigió a una periodista cuando le preguntó por esta lista por la república. "Yo no he dicho república, planteamos la libertad, la amnistía y un frente rotundo para ganar nuestras instituciones", apostilló.

Sin embargo, ha remarcado que el Partido Demócrata Europeo Catalán es independentista. "Nuestro compromiso con la independencia es absoluto, pero creemos que ahora tenemos que defender desde el punto de vista electoral nuestras instituciones, nuestros presos políticos y la libertad en sentido amplio", ha dicho.

El matiz es importante porque ya no se trataría de buscar una unidad en favor de la república, que fue el motivo del listado soberanista del 9 de noviembre de 2015, sino de un paraguas en favor de la libertad de los presos y contrario al 155 que podría incluir a parte de Podemos y a los comunes de Ada Colau. Al ecosistema de los independentistas le falta esta cuarto pilar. En el documento EnfoCATs, el que la Guardia Civil encontró en la casa de uno de los colaboradores de Junqueras y que es la verdadera hoja de ruta del proceso, se explica que no tienen la mayoría social de Cataluña, por lo que es necesario sumar a los comunes y a Podemos. Pero, de momento, los de Pablo Iglesias se mantienen atados al palo mayor y no oyen los cantos de sirena. Es más, Iglesias le ha puesto la proa al secretario general en Cataluña, Albano-Dante Fachín, partidario de la lista única independentista, y ha preguntado a las bases podemitas si quieren ir juntos con los comunes de Ada Colau y de Xavi Domènech, que sería el candidato a la presidencia. De momento, los independentistas no van a conseguir integrarlos, aunque sí los pueden tener de compañeros de viaje en la próxima legislatura si se reedita la batalla por el derecho al referéndum de autodeterminación, bajo ese paraguas sí que estarían más de la mitad del Parlamento y mucho más de la mitad de los electores.

Más que la república, la campaña electoral de los soberanistas se va a centrar en el rechazo a los encarcelamientos y al artículo 155, y a ello se sumaría Podemos, no con una lista única, pero sí con un posible acuerdo de mínimos para la próxima legislatura. Por tanto, el 21-D se convertiría en un plebiscito contra el Gobierno del PP más que un pronunciamiento sobre la independencia. Los partidos separatistas saben que, si el marco de la campaña es independencia sí o independencia no, la perderán, por eso se moverán en redirigir las elecciones hacia una consulta sobre la respuesta del Gobierno. Lo que haga el Parlamento resultante será otra cosa.

Los partidos cuentan con poco tiempo. El 7 de noviembre finaliza el plazo para que se presenten las coaliciones electorales. Tanto Podemos como los comunes como ERC y PdeCAT, si fuesen juntos, tienen que decidirlo antes del martes. Para el miércoles se ha convocado otra huelga general en Cataluña. El convocante es la intersindical CSN, independentista y mayoritaria, la misma que organizó la del pasado 3 de octubre. En las últimas horas, la protesta en la calle se ha reavivado con la encarcelación de los miembros del Gobierno depuesto, pero no ha alcanzado grandes proporciones. El 8 de noviembre será una prueba: si es masiva, habrá más paros.

La huelga es claramente política, por lo que la CSN la ha tenido que vestir como una reclamación contra la carestía en el empleo. La autoridad laboral es ahora el Gobierno central, por lo que la fijación de servicios mínimos y los permisos para faltar al trabajo no van a ser tan fáciles como el pasado 3 de octubre, que fue una huelga alimentada desde la Generalitat.

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