Alberto Núñez Feijóo | Candidato del PP en Galicia

El barón que otea ya el horizonte de Madrid

  • La apuesta por el centro y huir de la derecha rancia catapulta de nuevo al político orensano, cuyo futuro vuelve a ligarse a Génova para impulsar un proyecto que no cuaja con Casado

Alberto Núñez Feijóo Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo / Rosell

Quince años después de que el fallecido Manuel Fraga se quedase a las puertas de los 38 escaños que garantizan gobernar en Galicia sin ataduras, su sucesor, Alberto Núñez Feijóo (Os Peares, Orense, 1961) emuló su marca de cuatro mayorías absolutas consecutivas, lo que refuerza, más si cabe, su papel destacado como barón en el PP nacional. Pero no sólo eso. Su victoria en un escenario incierto por la pandemia y pese al brote en La Mariña marcó los últimos días de campaña se traducirá en que los populares consolidarán casi cuatro décadas de poder en Galicia.

Y es que, salvo giro inesperado de guión, cuando la XI Legislatura acabe, en 2024, el PPdeG habrá gobernado 37 de los 43 años transcurridos desde las primeras elecciones de la autonomía en 1981.

De hecho, desde que Alianza Popular, con Gerardo Fernández Albor al frente, se situó por delante de UCD en esos primeros comicios autonómicos, los populares siempre han sido los más votados. Y fuera del poder han estado sólo en dos ocasiones y por tiempo limitado.

Ahora, pese al nerviosismo que recorría las filas del PPdeG en los últimos días, con dirigentes temerosos de la incidencia de la pandemia, el orensano ha dado la razón a las encuestas.

Al margen de reafirmar la hegemonía del PP gallego, reeditar por cuarta vez su mayoría absoluta y mantener el Ejecutivo gallego refuerza a Feijóo en un lugar único en su partido, como el barón más fuerte en el PP de Pablo Casado. Aunque con tres mayorías absolutas, su voz ya era una de las más potentes en las filas populares y él no ha dudado en ejercer como contrapunto en el giro a la derecha que muchos en el partido ven en su actual dirección.

La escenificación más reciente es la crítica de Feijóo tras la bronca en el Congreso entre la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, y el vicepresidente, Pablo Iglesias. "Basta ya de este tipo de espectáculos", pidió, en una intervención que dentro del partido se leyó como una reprobación a una de las representantes más significativas del ala dura del PP. Ella respondió que tampoco le gustan algunas intervenciones del gallego.

Pero en la campaña –en la que las siglas volvieron a quedar reducidas a tamaño de copyright en una imagen gráfica centrada en el propio Feijóo–, se volvió a evidenciar la preferencia de los populares gallegos por rodearse de dirigentes con fama de moderados, como Esteban González Pons. Aunque Pablo Casado estuvo también muy presente.

Dentro del partido se ve una intencionalidad de beneficiarse en clave personal de la victoria que ahora ha llegado. Pero es que el propio líder del PP dijo claramente que confiaba en que una nueva mayoría absoluta del gallego sirviese para "catapultar" al PP en España.

Feijóo aseguró recientemente que Casado no tenía nada que temer de él y volvió a insistir en que su contrato con Galicia no terminará hasta 2024, pese a las voces que, como una y otra vez ha sucedido en los últimos años, lo vuelven a situar dando un salto a la política estatal.

Y es que Feijóo, un apasionado de la política nacional, renunció a su día a competir para suceder a Rajoy como líder del PP, pero el eterno debate catalán, las negociaciones previas a la investidura de Pedro Sánchez y su apuesta por una gran coalición –al margen de los argumentarios de Génova– le devolvieron protagonismo en los medios nacionales.

Todo quedó en un segundo plano por la pandemia, pero dentro de su partido son muchos los que recuerdan que "los trenes pueden pasar más de una vez en la vida" y que la biografía política de Feijóo en Madrid puede estar aún sin escribir.

Ha cuestionado al ala radical del partido y abogado por una gran coalición con el PSOE

Formalmente, este licenciado en Derecho que se ha esforzado en cultivar una imagen de tecnócrata afianzada por su paso por el Insalud y Correos, llevaba pocos años afiliado al PP cuando tomó las riendas del partido en Galicia. Pero su carrera en la Administración había empezado mucho antes bajo mandatos populares, a principios de los 90, cuando de funcionario raso pasó a ocupar cargos intermedios en la Xunta.

Su impulsor, primero en Galicia y en Madrid fue José Manuel Romay Beccaría, uno de los referentes en su día del PP del birrete, y quien le reconoció, emocionado, como "hijo político", en julio de 2017, al recoger la Medalla de Oro de Galicia, la máxima distinción que concede el Gobierno autonómico.

Pero, al margen de mentores, con un equipo reducido y de confianza, en el que su vicepresidente, Alfonso Rueda, era entonces número dos, Feijóo demostró su habilidad política desde el minuto uno: se hizo con el partido, lo unió y recuperó en 2009 la Xunta que, cuatro años antes, PSdeG y BNG habían arrebatado a un Fraga en sus horas más bajas.

Con él al frente, atrás quedaron baronías provinciales –aunque el baltarismo en Orense sigue dando que hablar– y luchas de boinas contra birretes, recuerdos de un pasado no tan lejano cuyo regreso temen cargos del PPdeG conscientes de que, tarde o temprano, tocará renovar un partido marcado por el hiperliderazgo de Feijóo. Él ha dicho que su relevo será "más fácil" que el de Fraga. Desde luego, otea ya horizonte de Madrid.

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