NACHO DEAN, viajero y escritor

"En la vida hay que asumir riesgos, ser valiente y lanzarte"

  • El viajero malagueño piensa que "caminar es la mejor manera de sumergirte en una cultura y conocerla. Cada día tiene su noche".

Nació en Málaga hace 36 años, pero se considera un ciudadano del mundo. Hijo de un marino mercante inglés y de madre griega, con los que habitó en más de 40 municipios, lleva en sus venas el espíritu aventurero que le empujó a ser el primer español en dar durante tres años la vuelta al mundo a pie, algo que sólo han hecho otras cinco personas en todo el planeta. 33.000 kilómetros después, y con 31 países a sus espaldas, Nacho Dean asegura que la felicidad no depende de lo que tienes, sino de una satisfacción con uno mismo y con lo que uno hace.

-Muchos persiguen ese sueño de dar la vuelta al mundo pero... ¿a pie? ¿Cómo surgió la idea? 

-Siempre tenemos ese concepto de viaje cómodo, con nuestra maleta y durmiendo en hoteles. Me gusta viajar, el deporte, la aventura. Ya había hecho otras rutas a pie antes, como la Transpirenaica, el Camino de Santiago, el Círculo Polar Ártico en Laponia o el desierto del Sahara. Estaba tan a gusto con la naturaleza y llegando a los sitios por mi propio pie que se me ocurrió la idea. Caminar es el medio de transporte más lento y expuesto que existe, es la mejor manera de sumergirte en la cultura y conocer los lugares. Cada día tiene su noche. Cuando se hace de noche y has caminado 30 o 50 kilómetros tienes que dormir donde te pille. He dormido en templos budistas, en mezquitas, en comisarías de Policía fuera de la celda (ríe), en barcos, en casas. Tienes que saber desenvolverte con los idiomas y comer de todo.

-1 de marzo de 2013: una fecha para el recuerdo.

-Una cita con el destino. Con el comienzo de la primavera en el hemisferio norte, daba mis primeros pasos en el kilómetro cero de la Puerta del Sol y me lanzaba a la conquista de un sueño con mucha ilusión, fuerza e incertidumbre, porque no sabía de nadie que lo hubiera hecho antes, no tenía referencias, y es un viaje largo y peligroso del que no sabes si vas a volver. En la vida hay que asumir riesgos, ser valiente, tener espíritu de superación y lanzarte. 

-33.000 kilómetros, 31 países y 4 continentes: menudo aguante, ¿no?

-La verdad es que sí. Siempre creo que cuando estás luchando por un sueño y haciendo lo que quieres, te aporta fuerza extra. Dificultades de hambre, de frío, de soledad; estar en mitad de ninguna parte, te empujan a pensar en darte la vuelta, porque se está mejor con una manta y viendo una película con tu gente. Sin embargo, yo estaba luchando por mi sueño. Aunque no todo son penurias, hay cosas también muy gratificantes como conocer la cultura, gente, cumplir un sueño, y estar sirviendo para algo porque tiene una trascendencia. 

-Doce pares de zapatillas, ¿llegó a tocar el suelo?

-Sí, sí (ríe). Ha habido algún par que desgasté hasta el final y, como digo siempre, con el corazón en las nubes pero los pies en la tierra.

-Vetó Pakistán, Colombia y Guatemala. ¿Países imposibles?

-No hay nada imposible pero, a veces, hay que tomar decisiones. Ya es muy arriesgado dar una vuelta al mundo a pie como para querer morir. Si quieres atravesar Pakistán a pie, estás firmando en un 99,9% tu testamento. Detrás de mí venía un viajero en bicicleta que se le ocurrió cruzar Pakistán y, el primer día, atentaron contra él y murieron los cinco escoltas que llevaba. Él salió ileso de milagro, lo metieron en un tren y apareció en la India. Yo he caminado en solitario, sin coches de asistencia, y todos los peligros que te salen al camino los afrontas solo. 

-¿Le costó renunciar a África?

-Mi idea inicial era visitar los cinco continentes. Cuando llegué a EEUU y puse punto final a mi cuarto continente, hice una revisión de lo que había hecho. Había puesto la vida en riesgo en varias situaciones y mi objetivo de dar la vuelta al mundo a pie ya estaba conseguido. Que fueran cuatro o cinco continentes no era tan importante, es algo secundario. Decidí no hacer África, pero no se va a escapar. Ya iré. 

-¿De qué se habla con un rinoceronte en Nepal?

-(Ríe) Es un momento mágico y muy intenso. Estaba a escasos 20 metros de mí, inmerso en la niebla en mitad de la jungla y el tiempo se dilata porque en esos momentos tan especiales pierdes la noción. Es un momento muy animal y arraigado al espíritu de aventura, a lo más salvaje. Durante los segundos que estuvimos frente a frente, era muy consciente de donde estaba y sabía que es un animal herbívoro que no te va a atacar para comer, que tiene muy buen olfato, que es muy rápido, pero también sabía que ve muy mal. Confiaba en mis piernas, en caso de necesidad, y la vida me regaló uno de los momentos más mágicos del viaje. Donde los demás vieron un peligro, yo vi una oportunidad. Disfruté.

-Tras un millar de días durmiendo a la intemperie, ¿es mejor el frío o el calor?

-Eso depende de cada uno. Han sido 1.095 noches y yo llevo mejor el frío, pero ya no hace tanto frío en el mundo. Cada vez las temperaturas están subiendo más, el calentamiento global es cierto y he tenido frío pocas noches. Cuando crucé Los Andes a 5.000 metros de altitud y cuando estuve inmerso en la tormenta Jonas, a quince grados bajo cero, en EEUU.

-Vivió un atentado en Bangladesh y problemas con la Mara Salvatrucha. ..

-En Bangladesh pasé mis primeras navidades y ¡menudas navidades! Estaba paseando por una de las principales vías de Daca y, al final de la avenida, hubo una explosión con mucho ruido, mucha polvareda, todo el mundo corriendo. Hubo una segunda, una tercera, la Policía y los militares cargando los fusiles... Es una reacción instintiva: te agazapas, sales de ahí corriendo con la sensación de que estás en el lugar y momento equivocados. En cuanto a las maras, Centroamérica es la zona más peligrosa que he atravesado: Honduras, El Salvador, Guatemala y México. Son bandas criminales. Controlan prácticamente la totalidad del territorio y, cuando viajas a pie, no estás en hoteles o museos sino en aldeas, zonas rurales. Varias veces me salieron tipos con machete para robarme. Recorrí El Salvador escoltado. 

-¿Imprescindibles en la maleta?

-Agua e ilusión.

-Ha dado la vuelta al mundo y ahora escribe su primer libro, que publicará Planeta. ¿Qué le queda?

-Muchas cosas. Tengo nuevos retos y nuevos sueños pero, de momento, escribir el libro, dar conferencias y disfrutar de mi gente.

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