Tania Pasarín-Lavín | Doctora en Educación y Psicología
“En educación, sin etiqueta no hay recursos”
La geometría y el dibujo han acompañado a Manuel Ángel González Fustegueras durante el proceso de diseño de un incesante número de planes andaluces de ordenación urbana de los últimos cuarenta años. El arquitecto y urbanista, nacido en Sevilla y radicado en Jerez de la Frontera, acumula décadas nadando entre la utopía del autor y el posibilismo al que obliga el trato con los gestores públicos y es de los pocos arquitectos que alimenta la reflexión pública sobre la ciudad como habían hecho sus colegas hasta hace poco. Recientemente ha participado en el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía, un texto que dará que hablar.
–¿Echa en falta un debate público sobre la ciudad?
–Sí. Se habla de ciertas piezas pero no hay una discusión genuina sobre la ciudad y sus problemáticas.
–¿Hay quien de verdad tenga un proyecto sobre el presente y el futuro de las ciudades?
–No se puede pensar que nadie lo tenga. Hay muchos pensamientos y luego cada ciudad es un modelo de sí misma. Porque es necesario adaptar las particulares de cada territorio, pues de lo contrario sería la adopción de imposiciones absurdas, y pensar sobre el proyecto en un plan en el que participen los ciudadanos.
–¿No están desaparecidos los arquitectos de los medios de comunicación? Ya no se los leen emitiendo opiniones como hace unos lustros.
–Quizá es que los medios no los llaman. Hay una porción de arquitectos a quienes se les acusa de los males de las ciudades al mismo tiempo que los llamados arquitectos estrellas son admirados, reciben premios y ganan dinero. Ésta es una profesión dura.
–Hay quien mantiene la opinión de que las ciudades han pasado de ser lugares de intercambio para convertirse en mercancías, como objetos vendidos al mejor postor. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
–No es algo que perciba que esté ocurriendo. La conversión de la ciudad en mercancía sería su muerte. La ciudad no se va a dejar convertir en mercancía. Con más o menos dificultades, los ciudadanos alcanzarán la conquista del derecho a la ciudad.
–Cuando los representantes hablan de los territorios como marcas –la marca España o la marca Andalucía– o de poner en el mapa tal o cual municipio, ¿están asumiendo el papel de agentes comerciales más que de administradores de lo público?
–Bueno, creo que tampoco hay que exagerar. A mi entender, lo que intentan los representantes es establecer una referencia y no creo que haya aspectos negativos, más allá de eso. Puede haber políticos que se conviertan en vendedores y no ejerzan de gestores pero, en general, tengo confianza en la clase política y en que todo el mundo, en general, quiere hacer lo mejor posible en las tareas y las responsabilidades que tienen asumidas.
–Los ciudadanos tienen más y más problemas para comprar o alquilar una vivienda. ¿Cuál es a su entender la ley perfecta de vivienda?
–La mejor es la que incluya una verdadera política de inversión pública para vivienda asequible. Eso es en definitiva lo que han estado haciendo los países europeos de nuestro entorno. Cuando algún territorio abandona esas políticas entra en la problemática en la que hemos entrado nosotros.
–La proporción de vivienda de protección oficial ha descendido del 40% del total del parque de viviendas en 2010 al 10% en 2020. ¿Qué ha sucedido?
–Que se han desclasificado y han dejado de ser viviendas protegidas. Lo que de verdad es tenebroso es la falta de construcción de vivienda pública para alquiler, que es lo que más nos separa de Europa.
–¿Y por qué ha sucedido?
–Por la falta de inversión pública. Las administraciones han confiado quizá demasiado en la iniciativa privada, que es un sector que se dedica en mayor medida hacia otro tipo de inversiones.
–Como firmante de tantas planificaciones urbanísticas en Andalucía, ¿es inevitable, pasados los años, sentirse responsable de lo ocurrido en los pueblos y ciudades diseñadas?
–En algún sentido, sí, claro. De todos modos, y en general, los planes están más vinculadas a las corporaciones municipales que a los equipos redactores. No creo en los planes de autor, que son textos que se quedan en los anaqueles de las bibliotecas. Además, los planes son hijos de su tiempo. No pasa nada por reconocer que los tiempos cambian y que en momentos distintos se hace necesario reconocer la necesidad de cambiar partes de los planes. Lo importante es hacerlo con transparencia y con la participación de los ciudadanos.
–Ha participado en la redacción del borrador del próximo Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía, que es un documento de envergadura y de importancia para lo venidero. ¿Qué novedades destaca?
–Se han introducido la cuestión del cambio climático y la propuesta de hacer frente a los cambios demográficos, que no es poco. Que tres cuartas partes del territorio andaluz se esté quedando sin gente en beneficio de las grandes ciudades es algo para tener en cuenta.
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