Ramón Estruch | Doctor. Consultor del Servicio de Medicina Interna del Clínic de Barcelona

"La gastronomía debería ser una asignatura"

"La gastronomía debería ser una asignatura"

"La gastronomía debería ser una asignatura" / m. g.

-¿Por qué son tan importantes los mayores en la preservación de la dieta mediterránea?

-Son los que mejor siguen el patrón alimentario de nuestra tierra. Los que mejor han recogido la valiosa herencia cultural de tradiciones, costumbres sociales, recetas, guisos a fuego lento, consumo de productos frescos del mercado, e incluso el estilo de vida. La dieta mediterránea es mucho más que un patrón de alimentación, es una forma de entender y vivir la vida. El problema surge con los hábitos alimentarios de los más jóvenes. Ahí tenemos un problema.

La clave con el alcohol está en saber mantenerse en su lado claro y nunca pasarse al lado oscuro"

-¿Qué pasa con ellos?

-No basta en insistir de forma machacona en las bondades de la dieta mediterránea. Se ha dicho que es más difícil cambiar de dieta que de religión. Luchamos contra un estilo de vida venido del otro lado del Atlántico, que resulta muy atractivo y barato, como el fast food...

-¿Por qué su arraigo?

-Hay dos factores que debemos tener en cuenta a la hora de promover una mejoría de hábitos alimentarios: tiempo y dinero. Contra el fast food debería promocionarse el slow food. Disfrutemos de una buena comida, no copiosa, démonos un poco de tiempo, y seguro que lo agradeceremos.

-Es complicado con el ritmo de vida que llevamos.

-Muchos llevamos un estilo de vida que no puede calificarse como sano. Pero hay que saber adaptar nuestros hábitos a los que han vivido y defendido nuestros padres y abuelos. Es posible. Por ejemplo, deberíamos planificar nuestras comidas una vez a la semana y adaptarlas a la estación del año en la que nos encontremos. Y deberíamos confeccionar una lista de la compra y comprar de forma inteligente y no a base de impulsos. También es importante dedicar un cierto tiempo a guisar a fuego lento. Y hay que saber disfrutar de esta actividad.

-Cita también el dinero.

-Comer alimentos frescos y más saludables es más caro que el fast food. Pero la diferencia económica entre la comida sana y la comida basura no es tanta si se compran alimentos de temporada y de proximidad, que además de más económicos son más saludables porque mantienen una mayor cantidad de compuestos bioactivos como los polifenoles que dan un valor añadido a estos productos.

-¿Cuánto hay de marketing, de publicidad y de mero negocio alrededor de la dieta mediterránea?

-Como la dieta mediterránea es muy eficaz en la prevención de la mayoría de enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, las neurodegenerativas o incluso el cáncer, muchas empresas de alimentación han querido incluir sus productos en la pirámide de la dieta mediterránea. Pero se ha intentado ser muy cuidadosos e incluir sólo en la pirámide los productos que siendo mediterráneos demuestren sus cualidades saludables.

-¿Hay una dieta mediterránea falsa, fraudulenta?

-No. Hay una dieta mediterránea auténtica.

-¿Se inculca a los niños la importancia de una buena alimentación?

-Un niño con una buena alimentación tiene menos probabilidades de sufrir trastornos nutricionales, anemia, sobrepeso, obesidad, caries y problemas de aprendizaje escolar.

-¿Qué le parece toda esta explosión gastronómica, con el auge de programas de TV, páginas en revistas y periódicos, chefs tratados como estrellas del espectáculo, informaciones sobre bares y restaurantes?

-Me parece fantástico que se promueva la gastronomía y se enseña a cocinar a la población. Debería ser una asignatura que se impartiera en todas las escuelas y colegios. Gracias a los chefs hemos aprendido que hay muchas maneras de preparar los alimentos saludables, como las verduras, para hacerlas atractivas a la vista y sobre todo al paladar. Bravo por la promoción de los alimentos saludables en todos los medios posibles.

-¿No está expuesto el consumidor a vaivenes médicos y científicos con la alimentación? Lo que hace años era sano ahora resulta perjudicial, y viceversa.

-Los médicos hemos sido educados en una cultura muy farmacológica. Cuando un paciente llega a la consulta con un problema de exceso de colesterol, obesidad o hipertensión, lo primero que suele hacer es recetar un fármaco y después, cuando éste no funciona, pregunta al paciente por sus hábitos alimentarios, qué come, si hace ejercicio o no, etc. Cuando la mejora de los hábitos de vida falla es cuando realmente hay que prescribir los fármacos, no al revés.

-Recomienda una o dos cañas de cerveza. A la mayoría nos parecen pocas.

-El alcoholismo es un grave problema médico con importantes repercusiones sociales. Su consumo excesivo y mantenido causa dependencia alcohólica, hepatopatías, incluida la cirrosis hepática, pancreatopatías, miocardiopatías y afectación del sistema nervioso central (encefalopatías) y periférico (polineuropatía), además de múltiples problemas familiares, laborales y sociales. Pero el consumo moderado de alcohol, preferentemente en forma de vino o de cerveza, dentro de un patrón de alimentación saludable como la dieta mediterránea, reduce la mortalidad general y la incidencia de numerosas enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o las enfermedades neurodegenerativas. La clave está en saberse mantenerse en el lado claro y nunca pasarse al lado oscuro del alcohol.

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