Inmaculada Alva | Investigadora del feminismo y el Opus

"No se concebía que una mujer de vida cristiana se pintara las uñas"

  • Acaba de presentar, junto a Mercedes Montero, un libro que relata la importancia de la mujer en la obra del Opus Dei

Inmaculada Alva en la Plaza de Cuba, en el barrio de Los Remedios de Sevilla.

Inmaculada Alva en la Plaza de Cuba, en el barrio de Los Remedios de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Inmaculada Alva es una sevillana doctora en Historia por la Universidad de Córdoba. Ejerce de investigadora en el Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer y de profesora colaboradora de la Universidad de Navarra. Es una de las editoras del Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer y autora de varios artículos sobre mujeres pioneras.

Sus temas de investigación son el feminismo y la visibilidad de la mujer. Es autora, junto a Mercedes Montero, del libro El hecho inesperado. Mujeres en el Opus Dei (1930-1950), que se ha presentado recientemente en la Fundación Valentín de Madariaga.

La entrevista se desarrolla en la Plaza de Cuba, en el barrio sevillano de Los Remedios. Buscamos la sombra en un caluroso mediodía de primavera. 

-¿Cómo surge la idea de este libro y por qué ahora?

-Mercedes Montero, la otra autora, y yo llevábamos mucho tiempo queriendo publicarlo porque la historia de la mujer en el Opus Dei es muy desconocida. Prácticamente no hay nada escrito sobre ellas. Existe una idea muy estereotipada sobre su papel, pero cuando uno va a los documentos descubre que es algo totalmente diferente, por lo que se trata también de hacer justicia con esas mujeres. Creemos que ese estudio, en estos momentos, se necesita. 

-El impulso de la mujer en el Opus Dei tuvo, en sus inicios, mucha complicación. ¿A qué se debió?

-Eran los años 30 y todo resultaba muy complejo. Primero, porque la relación que entonces tenía un sacerdote con una mujer era exclusivamente a través del confesionario, lo que dificultaba ese entendimiento. Y segundo, porque el tipo de religiosidad femenina que había en la época estaba muy relacionada con la vida monástica. No se entendía ese mensaje de santidad en la mujer sin necesidad de retirarse del mundo. 

-¿Contribuyó el Opus a conseguir el sufragio femenino?

-Debemos tener en cuenta que el mensaje de liderazgo femenino que lanza Escrivá se encuentra también con otro problema: son mujeres religiosas que, en la mayoría de los casos, están apartadas del debate político, pues lo consideran cosa de hombres, por lo que poca influencia podía tener en ese logro. 

-El prejuicio, dentro de la Iglesia, a la mujer que se emancipaba también jugaría en contra...

-Había muchas medias tintas, por el hecho de que no se contemplaba ese liderazgo femenino religioso si no era en la vida contemplativa, pero debemos puntualizar que las primeras en las que cala el mensaje del Opus tienen ya cierta edad y son autónomas. Una de ellas fue Carmen Cuervo, que había sacado por oposición un puesto en la Inspección de Trabajo. Otra era secretaria de una empresa y había una estudiante de piano que quería dedicarse a esta profesión. No eran, por tanto, amas de casa, sino mujeres que tenían o buscaban una independencia laboral y económica. 

"La relación que entonces tenía un sacerdote con una mujer era exclusivamente a través del confesionario"

-La residencia de estudiantes fue un hito en este proceso...

-Esa residencia empieza a funcionar en 1947 con 12 mujeres. Entonces sólo suponían el 12% del alumnado universitario. Algunas estudiaban por el afán de saber y otras porque tenían que mantener a la familia, pero todas sabían que cuando encontraran marido no iban a trabajar. A partir de ese centro se cambia la visión, pues se apuesta por que la mujer tenga también su desarrollo profesional, con independencia de su matrimonio. 

-¿Cuál ha sido la parte más difícil a la hora de documentarse?

-La primera parte, la de los años 30. Apenas hay documentación de aquella época. Las autoras de ese capítulo son dos hermanas, Gloria y Lourdes Toranzo, que, además, son protagonistas del libro, pues pidieron la admisión en el Opus en 1948. Décadas después reconstruyen esos años e hicieron una gran labor en archivos de ayuntamientos, parroquias y hospitales. Además, existía la costumbre de hacer un diario de la vida de un centro, donde se vuelcan también sus impresiones sobre la realidad de la época. 

-Una realidad hostil, imagino...

-Sí, y por lo que te decía antes de las medias tintas. No se concebía que una mujer que se involucrara en la vida cristiana se pintara las uñas. Y luego porque para poderse mover necesitaban el permiso del padre o del marido. La mayoría de edad en la mujer no se lograba hasta los 25 años. Había que pedir autorización para todo: para sacarse el carné de conducir o para abrir una cuenta corriente. Recordemos que, en origen, son mujeres solteras, que viajan, lo que choca mucho con el estereotipo de devota de la época. Algunas tuvieron la suerte de que sus familiares conocían a San Josemaría, lo que les facilitaba las cosas a la hora de desplazarse a un centro del Opus. 

-¿Se puede calificar de "progresista" el mensaje de Escrivá sobre el papel de la mujer en aquella época?

-Precisamente porque era un mensaje avanzado maravilló a esas mujeres, que en esos momentos el único horizonte que tenían era casarse y dedicarse al hogar, algo que para San Josemaría era también importante: el papel de la mujer en las familias. Pero él va más allá y habla de mujeres que evangelizan desde sus puestos de trabajo. E incluso apuesta por mujeres arquitectos, periodistas, directoras de hospitales y de colegios. Les está dibujando un panorama de iniciativas muy prometedor. 

"El mensaje de Escrivá de Balaguer era muy avanzado para esa época y por este motivo maravilló a las mujeres"

-Eso era romper el techo de cristal...

-La cita es de 1943. Arquitectura era una escuela superior en la que no había mujeres, pues las universitarias estaban en Filosofía y Letras, Ciencias y Farmacia. A la vez, también habla de cocineras, peluqueras y carniceras, pues se trata de lanzar la idea de que se puede ser santa en el mundo desde cualquier profesión.

-¿Qué es lo que más le llama la atención de esa época?

-La flexibilidad, pues había mujeres que podían permitirse estar todo el tiempo en un centro del Opus, pero otras, no. Es el caso de Lola Fisac, que estuvo viviendo con su familia hasta 1965, pues sus padres se habían quedado muy enfermos tras la guerra civil. Hay otro ejemplo de una viuda con tres hijos que estuvo en la Obra sin salir de Salamanca. O Enriqueta Botella, que se va a Barcelona a cuidar de sus hermanos. Se trata, en todo caso, de mujeres que saben que allí donde están el Opus son ellas y gracias a sus mensajes y trabajo se acercan muchas jovénes. 

-Eran mujeres "empoderadas"...

-Sí, aunque a mí me gusta más hablar de liderazgo femenino.

-¿Por qué entonces existe esa imagen de que el Opus es obra de hombres?

-Porque en el imaginario colectivo se ha quedado el concepto de cómo estaba organizado el Opus en los años 50, que, al igual que la sociedad de entonces, era machista. La emancipación de la mujer no empieza a ser realidad hasta los 70. Cinco años antes, Escrivá habla ya sobre la importancia de que la mujer participe en política y de que influya en la sociedad a través de su trabajo. Y sin olvidar que su papel en el hogar adquiere gran importancia, también refiere que esa tarea es responsabilidad, por igual, del hombre.

"En el imaginario colectivo se ha quedado el concepto de organización del Opus en los 50 que, como la sociedad de entonces, era machista"

-¿Cuál es el papel del Opus en el feminismo actual?

-El de impulsar ese liderazgo de la mujer en todos los ámbitos, tanto en el profesional como en la familia.

-¿Y cuál es el poder de la mujer en la Obra?

-El Opus se organiza a través de dos ramas separadas: los hombres por un lado y las mujeres, por otro. La estructura de gobierno es paritaria. Quienes dirigen a las mujeres son mujeres. Quien está a la cabeza, el prelado del Opus, está asesorado tanto por un consejo de hombres como por otro de mujeres. 

-Esa separación entronca con la enseñanza diferenciada de los colegios del Opus. ¿Qué tiene que decir a los que hablan de segregación?

-Se ha optado por un sistema de educación que es mejor para el desarrollo cognitivo del alumnado en edades concretas. Creo que tanto este modelo como el de la co-educación son totalmente válidos, pero la diferenciada puede aportar una ventaja, motivo por el cual no entiendo que el feminismo esté en contra. Son, además, ventajas para empoderar a las mujeres, ya que en la co-educación, a determinadas edades, las niñas, frente a los niños, se retraen y no desarrollan todo su potencial. Algún valor importante ha de tener este sistema cuando hasta en EEUU existen universidades sólo para chicas. Todavía prevalece la idea de que en colegios no mixtos a los alumnos se les enseña a ser científicos y a las alumnas, sólo a cocinar. 

-¿La politización del feminismo juega en contra?

-Hace mucho daño, porque el feminismo no tiene que ver con la política. Todos deberíamos ser feministas, porque es un movimiento que propugna la igualdad entre hombres y mujeres. Eso no es exclusivo de ningún partido y puede haber muchas maneras de entender el feminismo, siempre que se tenga en común la defensa de derechos y oportunidades.

"El feminismo no es exclusivo de ningún partido político y puede haber muchas maneras de entenderlo"

-¿Qué opinión le merece el lenguaje inclusivo?

-Creo que no tiene nada que ver con el feminismo, especialmente cuando metemos la "e". No obstante, es bueno hacer un esfuerzo por visibilizar a la mujer en el lenguaje sin caer en el ridículo de repetir una palabra en su doble género. Es verdad que el masculino universal hace que siempre nos refiramos a un hombre, por lo que debe existir un equilibrio para representar a los dos géneros. Lo que intento hacer es utilizar palabras inclusivas. Por ejemplo, en vez de hablar de profesor o alumnos, emplear los términos profesorado y alumnado. 

-Por cierto, es autora de importantes estudios sobre mujeres pioneras en la historia. ¿Alguna andaluza que destacar?

-Lourdes Díaz-Trechuelo, nacida en Sanlúcar de Barrameda y residente en el barrio de Santa Cruz de Sevilla. Murió en 2007. Terminó Filosofía y Letras tras la guerra civil. Es pionera en el felipinismo. Su labor fue tan importante que creó escuela y poco antes de fallecer le otorgaron la medalla nacional de aquel país, que supone el máximo reconocimiento.