Blanca Manchón | Campeona del mundo de vela

“En los barcos me mareo”

Blanca Manchón: “En los barcos me mareo”

Blanca Manchón: “En los barcos me mareo” / José Ángel García

Del agua dulce del Guadalquivir y de la salada de El Puerto de Santa María. Por las venas de Blanca Manchón (Sevilla, 1987) corre un río y un mar. Sus padres, Paco Manchón y María Antonia Domínguez, son reconocidos regatistas, su hermano Curro es entrenador y Manuel Halcón, su marido, le lleva la preparación física. Ha ganado la plaza para los Juegos de Tokio en 2020. Cuatro veces campeona mundial y una de Europa,va a por el oro olímpico de RS:X –vulgo, windsurf– tras el diploma que se embolsó con 17 añitos en Atenas 2004.

–RS:X, Láser, Finn, 470, 49er y Nacra 17. ¿Por qué se empeñan en que nadie sepa las clases de la vela?

–Es un lío tanto barquito y entiendo que cueste. Yo misma conozco a los regatistas y no sé sus clases. Los directivos son muy mayores...

–Olímpica en 2004, repetirá en 2020. ¿Le inspiran historias de grandes regresos como la de Tiger Woods?

–El otro día me compararon con él y mi madre flipaba. Ha superado muchos obstáculos para ser el mejor otra vez. Es algo que nadie ha logrado a esa edad con todo lo que ha pasado y lo que ha sido criticado por los medios.

–En Atenas 2004, con 17 años, comía pipas con un joven Rafael Nadal mientras veían pasar a los atletas. ¿Se pegarán un homenaje 16 años después en Tokio?

–Una mariscada de sushi estaría bien, pero que invite él.

–El despacho de su padre parece un mausoleo con los premios de la familia. ¿Qué incorporará tras Japón?

–Tendrá que hacer una copia de la medalla olímpica porque la auténtica la guardaré yo. Es el único trofeo que exhibiría en casa, odio enseñar los premios.

"Alabáu y yo no hubiésemos sido tan buenas sin ese pique: ni ella oro olímpico ni yo campeona mundial”

–Dice que Enoshima, el campo de regatas de Japón, tiene un aire a la bahía de Cádiz. ¿Es más del cazón en adobo o del sushi?

–Depende. Aunque el frito me sienta regular, me gusta tomar tapitas. También soy mucho de pedir sushi.

–Una paisana llamada Marina fue oro olímpico en vela. Siendo usted Blanca, ¿por qué no se dedicó al esquí?

–Hice snowboard de niña, pero tuve que dejar de practicar deportes de riesgo y cada vez fui menos a la nieve.

–La rivalidad con Alabáu fue reñida desde jóvenes. ¿La edad suavizó el pique?

–Más que la edad, la mentalidad. Somos madres y anteponemos otras cosas. Realmente, la lucha es contigo misma. Si eres la mejor del mundo, no tienes a nadie por delante. No hubiésemos sido tan buenas sin ese pique: ni ella oro olímpico ni yo campeona mundial.

–Su hermano Curro fue plata en Londres 2012 como entrenador de la finlandesa Tuuli Petaja. ¿Le pusieron una calle en Helsinki?

–Lo invitaron al Mira quién baila de Finlandia, pero por trabajo no pudo ir. Allí fue un boom. Finlandia gana muy pocas medallas olímpicas, Petaja es una estrella y vendía mucho un entrenador morenito, español...

–Charline Picon, campeona olímpica de su clase, también es madre. ¿Es difícil conciliar la vida familiar con el deporte de élite?

–La logística es complicada. Te tienes que desplazar a sitios donde las condiciones del mar son parecidas a donde competirás o no hay viento y no puedes volver cuando querías darle el pecho al niño. Hemos apostado por la calidad en el trabajo más que por la cantidad.

–¿Le ha salido Noah, su hijo, de secano o de regadío?

–Es una mezcla explosiva. En el agua sólo quiere cafrear y fuera corre todo el rato para tirarse por el suelo.

–Reprochó a los patrocinadores que la dejaran tirada tras su maternidad...

–No fue un reproche. Los llamé embarazada de ocho meses y uno me dijo que no renovaba y el otro ni me atendió. Vi normal que no confiaran en mí. Di a luz y me preguntaron por los patrocinios porque ser madre y deportista de élite vende, y dije que no me renovaron, pero no por polémica.

–¿Y qué habría hecho usted en su lugar?

–Informarme de los retos de la deportista y si me gusta su trayectoria y confío, la renuevo. Ser madre y ganar es superpotente para cualquier marca.

–¿La vela se ha desprendido de la etiqueta de pijo?

–No sé si es de pijos o no, pero hace falta dinero. Aun así, mi clase, el windsurf, es la más hippie y la más barata y accesible.

–¿Hay republicanos o piden un carné de monárquico en su deporte?

–Ni idea, igual tienen una licencia de honor del Rey o algo así. En los barcos me mareo y no soy muy seguidora de esas embarcaciones. Mi padre y yo tenemos un problema de oído y nos mareamos fácilmente. Me quería casar en un barco y mi padre me dijo: “Blanca, no”.

–Es un poco miedica. ¿Cómo reaccionó al avistar algún animal peligroso?

–En Guecho, con 13 o 14 años, casi me da un infarto cuando de repente salió a flote a 50 metros un submariano militar, pensé que era una ballena. En 2011 en Perth (Australia) me empezó a gritar la gente y cuando me di la vuelta, vi yéndose la aleta de un tiburón blanco de seis metros. Soy miedica, pero con motivo.

–¿El neopreno es negro porque estiliza la figura?

–Me aburrí del negro y desde hace cinco años diseño los míos: todos son rosas, turquesas... Dicen que el neopreno estiliza pero a muchos no les favorece nada.

–¿Ha visto hinchas de su Betis en lugares perdidos?

–A muchos. El último fue en un centro comercial de Japón. El Betis le había ganado al Madrid en el Bernabéu, mi marido y el niño iban con la camiseta y saltó un japonés desde un autobús: “Mucho Betis, mucho Betis”.

–¿Qué playa del mundo recomienda para navegar y cuál para holgazanear?

–Para navegar, la de Manguinhos en Buzios (Brasil), hay viento siempre y está muy bien. A holgazanear no hay que irse muy lejos: Los Caños, Tarifa. ¿Más exótica? Bondi Beach (Australia).

–¿Tiene más mérito dedicarse a la vela en una ciudad sin costa como Sevilla o sacar a una Virgen bajo palio en Kuwait?

–Sevilla con mar habría solucionado muchos problemas de mi infancia porque no he parado de ir a El Puerto de Santa María desde los 11 años para navegar.

–Una playita a Sevilla le habría venido divina.

–A mí y a todo el mundo.

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