Cristina Medina. Actriz

"A la altura del pecho de una culebra tiene Nines su dignidad"

Cristina Medina

Cristina Medina / Elena Carrascal

-Si ahora mismo se consulta la Wikipedia, la web enciclopédica dice que usted es de San Fernando.

-Y de verdad que no sé quién se empeña en poner eso. Yo soy de Sevilla, pero erre que erre, alguien pone que soy de San Fernando. Que no tengo nada en contra, pero es que no es así. Yo misma lo he cambiado dos veces. Pero al cabo de las horas, otra vez igual.

-Y se siente sevillana aunque lleve ya bastantes años en Madrid.

-Eso no se pierde nunca. Cuando me meto en un atasco de gente en Madrid me siento como en una bulla de Semana Santa. Es un subidón...

-¿Cómo se siente al ser Carmela en el teatro?

-Me encanta. En fin, es una mujer de rompe y rasga y yo me identifico con ella. El autor, Sanchís Sinisterra, está encantado con nosotros. En el montaje me acompaña Santi Molero.

-¿Le llama mucha gente por la calle Nines?

-Estoy acostumbrada. La gente te ve todos los días y cuando te encuentran por la calle es como si ya fueras de la familia.

-¿Cómo lleva lo de hacerse varios selfies al día?

-A veces bien, a veces mal. Se te cruzan los cables... Hay que decir, señora, lo siento, no me viene bien pararme que voy para el colegio de los niños. A veces me corto, a veces doy largas. Y sí, viendo cofradías, me han parado y se ha formado un revuelo que no tenía nada que ver con la procesión.

-¿Y no estaría harta de su personaje, después de diez años en La que se avecina?

-No, no. El personaje sigue funcionando y puedo hacer otras cosas como el teatro. Yo me incorporé al sofá en la segunda temporada, con mi chándal, más mona.

-Algún cursi le preguntaría algo así como ¿ha evolucionado mucho su personaje en la serie?

-Ja, ja. Porque a Nines no le ocurre nada en particular en la serie, allí en casa de su prima. Ella es la que le toca los huevos a los demás. Es la que da la respuesta. Hay personajes que van evolucionando, como Amador. Pero yo con Nines estoy feliz tal como es.

-Le incomoda si creen que usted es así en la vida real.

-Nines tiene un pragmatismo particular que ya me gustaría a mí. A la altura del pecho de una culebra tiene su dignidad. Es un encanto.

-¿Le han cuestionado alguna vez su acento andaluz?

-Yo no lo oculto, está claro. En La que se avecina, que es donde más he aparecido, Nines viene de la zona de Utrera porque así lo decidieron los guionistas. El acento de mi tierra no lo voy a perder.

-En la ficción sus padres son Lolita y Manolo Morón, unos gitanos exageraos.

-Con ellos tengo mucha complicidad en la grabación. Tienen que poner un acento superexagerado. Con detalles muy de nuestra tierra, como las expresiones de cariño tremendas. Entre los tres parodiamos nuestra esencia. No se piensa en avergonzar a los andaluces, sino que nos reímos de nosotros mismos.

-¿Se atreve a dar vidilla propia a sus personajes?

-Si es por poner morcillitas, yo no tengo problemas. A veces incorporo cosas que he escuchado en la calle, pero sin pisar lo que digan los guionistas.

-La serie no ha dejado de emitirse ni un solo día en los últimos siete años...

-Le gusta a gente de muchos perfiles. Nuestro público es de todas las edades. Y aunque no esté dirigida a los niños, les encanta. Como a los mayores. Cada personaje es de su padre y de su madre, pero siempre hay alguien así en tu comunidad de vecinos.

-Como la vida misma ¿pero a través de un espejo bien deformado?

-Así es la comedia. Si fuéramos de la vida real estaríamos en la cárcel en cada capítulo. El espectador se desahoga viéndonos.

-¿Cómo es usted con sus vecinos?

-Yo me tomo la vida con relax. Hay que sobrellevar las tonterías del día a día, pero sin tomarlas tan en serio. Con los problemas hay que calcular qué se puede hacer realmente para solucionarlo. Y no puedes ser tan borde ni sincero como Nines, que siempre mete el dedo en los ojos.

-¿Fuera del plató se ve con los compañeros? ¿No terminan hartos?

-A mí me gusta regresar al pasado y bajar a la calle sin el móvil y tomarme una caña. Fuera de la serie me junto con Isabel Ordaz, con Verónica Forqué. O con Eva Isanta, con Jordi Sánchez, Vanessa Romero. Y a José Luis Gil lo adoro.

-Sin seguirle la pista, ¿dónde van?

-Con el equipo técnico nos vamos de cañas por la zona del Rastro. Un microfonista toca en una banda de un local de por ahí.

-¿Cómo lleva esos rodajes tan maratonianos los actores mayores, como Petra Martínez?

-Los mayores siempre dan ejemplo. Llevan actuando toda la vida y siempre tienen una opinión adulta sin renunciar a ser jóvenes.

-¿Se queja por tantas semanas de grabaciones?

-¿Yo? No me puedo quejar de nada. A estas alturas tengo una vida cómoda aunque trabaje mucho.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios