Toni Hill, escritor

"El acoso escolar no es cosa de niños, es algo terrible"

Toni Hill.

Toni Hill. / Carlos Gil

-En su nueva novela los protagonistas sufren acoso escolar, unos a finales de los 70 y otros en 2016. ¿Qué diferencia hay?

-El acosador siempre busca lo mismo: reforzar su ego humillando al otro. Lo que ha cambiado, seguramente, es que el alcance del acoso es mucho mayor. Si el acosador sube un vídeo a redes sociales tendrá mucho más público. Ya no lo ven sólo tres niños del patio. Cuanto más gente lo ve, más poder tiene.

El catalán lleva una vida normal; algunos piensan que la república será un hecho en breve y otros que no"

-Ahora que tanta gente se atreve a denunciar, ¿cree que la aceptación hacia el acosador es menor hoy día?

-No lo sé. Cuando ocurre un suicidio, entendemos el drama de golpe. Hay un montón de libros sobre el acoso escolar que se dirigen a público juvenil, pero hay muy pocos para adultos. La gente se dice: "Ay, estos críos". Ahí está la perversión. En creer que es cosa de niños. Muchos de mis lectores me han dicho que con esta novela han entendido por primera vez la magnitud del drama. Claro que hay cosas infinitamente peores, pero para la persona que lo vive es algo terrible. Lo pasas muy mal.

-¿Usted que ha estudiado psicología, cómo cree que se pueden atajar estas conductas? ¿A través de la literatura?

-La literatura te puede ayudar a entenderlo. Ojalá los libros solucionarán estas cuestiones, pero no va por ahí. El acoso tiene tres flancos: el acosador, el acosado y el público. Si los chavales que rodean el fenómeno en lugar de reírse de la gracia o mirar hacia otro lado, dicen esto no está bien, puede que empiecen a cambiar las cosas. Algo así ocurre con los insultos machistas o los piropos por la calle.

-¿Se refiere a enfrentar el problema y de manera colectiva?

-Claro. Si el grupo no responde, el acosador pierde su poder.

-¿Hay algo que inspire más el relato negro que el sentimiento de venganza?

-La venganza da mucho juego. En mi novela aparece sólo al principio. La venganza es un clásico, pero a veces es un pelín facistoide. Me refiero a esas películas donde al principio se mata a la esposa del protagonista, y éste se tira todo el filme matando cruelmente a los que fueron partícipes en el asesinato. Pero es la Justicia la que se encarga de poner a la gente en su lugar.

-No sólo habla de acoso en Tigres de cristal. También aparece la inmigración. ¿Es ahora Cataluña menos tolerante con el que viene de fuera?

-No. Hay que entender que una cosa es la gente y otra los políticos. Es como una especie de lucha política en le que la gente se ha tenido que posicionar a nivel político. Los independentistas no es que no hablen con sus vecinos de Soria. Eso no pasa. Desde fuera se ve esto como algo más dramático.

-¿Hasta qué punto el procés ha agrietado las relacionados humanas?

-Si nos referimos a octubre o noviembre del año pasado, que fue el punto álgido del procés, el tema se tensó mucho. Vivimos un montón de días históricos. Al final pensé que los días históricos son maravillosos para las novelas, pero no los quiero en mi vida. Yo tengo una familia con posturas enfrentadas y nos seguimos reuniendo por Navidad (ríe).

-¿No cree que el procés haya causado una fractura en la sociedad catalana?

-Una fractura ideológica, no social. Hay gente que cree que la república catalana será un hecho en breve y otros que no. Pero más allá de eso la gente lleva una vida normal (ríe). Hay momentos concretos, como el uno de octubre, en los que intentabas no sacar el tema para discutir, pero no ha habido un enfrentamiento real. La gente no se ha pegado en la calle.

-¿Si le pudiera pedir algo a la clase política catalana, qué le pediría?

-Les pediría que asumieran de una vez lo que ha pasado de verdad y que se lo contaran a la gente y a sus seguidores. Esta historia no ha funcionado. Unilateralmente no funciona. A partir de ahí tienen que replantearse su estrategia política. Tienen que asumir el fracaso y pasar al diálogo, a la negociación. Ahora no pueden decir que es que está Rajoy. De momento su estrategia no funciona y como proyecto ha fallado.

-Su nueva novela se ambienta en un barrio del extrarradio de Barcelona, en los años 70 y en la actualidad. ¿Qué diferencia un escenario de otro, que ya no hay luchas obreras?

-Te pongo un ejemplo. En los 70, en esa comarca -en Baix Llobregat- si despedían a un trabajador la fábrica se ponía en huelga. Esa y todas las que había a su alrededor. El peso de la clase obrera contra la clase empresarial era mucho más grande. Hubo una unión de la clase obrera que consiguió cosas, y ellos no tenían problemas en decir que eran obreros. Pero la gente acomodó, como es normal, en cuanto llegó la época de bienestar. El 15-M funcionó como movimiento en un momento muy concreto, pero hemos perdido la capacidad de protestar. Se trata de no rendirse. No vale con ir a un par de manifestaciones, ni votar cada cuatro años.

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