ahron bregman. periodista. experto en el conflicto palestino-israelí

"Pese a los muertos, la guerra de julio fue un éxito para Hamas"

-Entre las primeras víctimas de la ocupación israelí de Jerusalén en 1967 había descendientes de moriscos andaluces. Se demolió el barrio magrebí, frente al Muro de las Lamentaciones. Una expulsión sobre otra para estas familias.

-Sí, así fue. Delante del muro occidental. Era un barrio muy poblado. Si vieran postales anteriores a 1967 verían que esas casas estaban al lado del muro. Había poco espacio de rezo para los judíos, así que durante la guerra el comando que ocupaba Jerusalén envió de inmediato maquinaria pesada, tiraron las casas y allanaron la actual explanada. A los vecinos le dieron de plazo dos horas. Quienes se negaron fueron aplastados dentro de las casas. Desde el ejército consultaron al ministro de Justicia si aquello era legal. La respuesta fue, "hacedlo rápido".

-¿Se pensaba en 1967 que casi 50 años después la convivencia entre israelíes y palestinos iba a ser cada vez peor?

-Creo que al principio, con Moshé Dayán, se pensaba que si con los palestinos se era generoso, con trabajo, se les dejaba vivir y cruzar el río Jordán la confrontación se disolvería. En la primera guerra hubo poca destrucción, fue una guerra corta. La vida cotidiana se pudo reanudar y Dayán pensó: "estaremos ahí, pero ellos no nos verán y al final nos aceptarán". Solía tener razón, pero ahí se equivocó.

-¿Fue una situación que nunca iban a aceptar los palestinos?

-El nacionalismo fue a más. Hablas con historiadores importantes israelíes y te dirán que la gran resistencia palestina comenzó en la Intifada de 1987, pero realmente estaba ahí desde el principio.

-En Gaza ya han vivido varias generaciones maltratadas. La invasión de este verano reabrió con más fuerza la herida.

-Gaza era un lugar precioso antes de 1948. En esas postales antiguas ves unas espléndidas playas, poca gente. Por entonces en toda aquella área había 80.000 personas y a día de hoy son dos millones. Dayán ya aconsejó desde el primer momento, en el 67, no ocupar la franja y le ignoraron. Fue imposible controlar Gaza hasta que en 2005 Israel se retiró, pero ahora ya no les hace falta controlar desde dentro.

-¿No es Gaza un inmenso campo de concentración?

-Yo preferiría denominar a Gaza como una gran cárcel. Hamas nació en Gaza. Es una zona de gran pobreza aislada del mundo. Lo que hay que hacer es crear accesos, reconstruir el aeropuerto. Los túneles con Egipto han sido la única y mejor vía logística...

-Mientras exista Gaza como tal, existirá Hamas...

-Porque Hamas fue capaz de proporcionar lo que sus vecinos necesitaban: viviendas, comida, ayuda social. El problema fue que al alcanzar Hamas el poder, los israelíes querían deshacerse de ellos. Pero los vecinos creen en ellos, por eso les votaron democráticamente. Y saldrían otra vez. La táctica es la misma que hicimos en el Líbano. Destruir y acosar para que los propios palestinos se rebelen. Contra Arafat sucedió, pero en el asedio de Gaza esa táctica no sirve y sólo convierte en un infierno la existencia de esas personas.

-¿Israel está por la labor de no ceder?

-Pero hay un diálogo entre ambas partes, como demuestra el intercambio de prisioneros. Cada parte está en una habitación y las negociaciones se hacen de manera indirecta, no se miran frente a frente. Con la guerra del pasado julio los israelíes decidieron no destruir a Hamas, porque han comprobado que son los buenos… La alternativa a ellos sería peor porque el enemigo sería entonces el ejército yihadista. El enemigo de hoy es el socio de mañana, ya pasó con Arafat.

-¿Hamas tiene ahora una posición ventajosa como garante de estabilidad?

-Absolutamente. Sería una ironía, pero Israel confía ahora en Hamas para asegurarse que grupos aún más extremistas estén controlados. Si en julio Hamas hubiera quedado totalmente destruido, Palestina se habría convertido en Somalia.

-Entonces ¿por qué Israel fue tan cruel en la guerra de este año?

-Lo que querían los israelíes era que la población de Gaza se rebelara contra Hamas y no lo consiguieron. El problema de Israel desde 1982 es que el ejército es fantástico en el campo de batalla, pero no se acostumbran a luchar contra la gente.

-¿Ha sido un fracaso de Israel esa matanza?

-Pese a los muertos, la guerra de julio fue un rotundo éxito de Hamas: sobrevivieron ante un ataque tan cruento y se permitieron responder con ataques a Tel Aviv. Militarmente sufrieron mucha destrucción, pero sobrevivieron contra la fuerza más poderosa de Oriente Medio durante días. Hamas no conseguirá tal vez un aeropuerto, pero su situación será mejor que antes de la guerra y la comunidad internacional rehabilitará Gaza.

-Usted propone que la única solución es el reconocimiento y convivencia de dos estados ¿llegaremos a verlo en esta generación?

-Creo que los israelíes entienden también que esa es la única solución, aunque no la admitan. Entre el mar y el río somos 10 millones de personas. En 30 o 40 años habrá una población similar de israelíes y palestinos. Ariel Sharon se negó siempre a dos estados, como Netanyahu, que lo considera peligroso. Cuando deje el poder dirá que los dos estados es la solución.

-¿Cómo se podría alcanzar?

-Primero, con una tercera Intifada, pero sin carácter violento. Pacífica, con visión en las redes sociales ante el resto del mundo. La gente de Sevilla, de Madrid, de Londres, se decantaría por unos palestinos manifestándose con velas antes que reclamando con atentados. Una movilización así empujaría a los israelíes a ir en la dirección correcta. Y lo segundo, es necesario una presión internacional aplicada sobre Israel, incluidos boicots.

-Pero EEUU es totalmente leal a Israel.

-Los americanos son tanto parte de la solución como del problema. EEUU prometió que nunca plantearía un plan de paz sin la supervisión de Israel. Son más negociadores que mediadores, pero las nuevas generaciones de judíos estadounidenses observan este problema de otra manera.

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