Entrevistas

Ángels Barceló: "Me gusta salir del estudio para no perder el pulso de la calle”

  • La veterana periodista, que dirige y presenta desde 2019 el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser, asegura que la profesión "no vive su mejor momento"

  • "Nos hemos convertido en demasiado ‘hooligans’ del poder, se ha perdido el rigor y la compostura”, considera

Ángels Barceló en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser.

Ángels Barceló en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser.

Quería ser periodista deportiva pero antes de terminar la carrera en la Universidad Autónoma de Barcelona, Àngels Barceló fue fichada como redactora de informativos en la emisora Catalunya Ràdio. Al año siguiente dio el salto a la televisión para presentar el informativo de TV3. En 1997 comenzó a trabajar en los informativos de Telecinco y cubrió grandes acontecimientos, desde la Guerra de Yugoslavia a la catástrofe del Prestige. En 2005 llegó a la Cadena Ser, dirigió A vivir que son dos días, Hora 25 y, desde 2019, el programa Hoy por hoy.

–Empezó a trabajar con 20 años, ¿qué esperaba del periodismo?

–Pues la verdad es que no sé qué esperaba, porque empecé tan joven, no había terminado la carrera y no me había planteado en qué me quería convertir ni lo que quería ser. Yo quería hacer periodismo deportivo y al final nunca lo he ejercido. Poco a poco fui superando etapas y he terminado en el Hoy por Hoy de la Cadena Ser.

–¿Le ha defraudado la profesión en estos casi 40 años de carrera?

–Ahora estoy un poco enfadada con mi profesión. Creo que tenemos demasiados problemas, más allá de los laborales como la precariedad que tienen la mayoría de los periodistas y la falta de medios en casi todas las cabeceras. Creo que nos hemos convertido en demasiado hooligans del poder, se ha perdido un poco el rigor y la compostura. Creo que han hecho mucho daño las tertulias televisivas, se confunde todo bastante. No estamos en el mejor momento del periodismo, ni mucho menos.

–¿Cuáles cree que son esos pilares fundamentales e irrenunciables?

–Pues, por encima de todo, el rigor y la credibilidad. Estamos para fiscalizar a los políticos y para preguntarles, no para hacer de portavoces de ninguna ideología ni partido.

–En una columna sembró la polémica al llamar flojos a los periodistas jóvenes. Entiendo que no será ni la primera ni la última vez que levante ampollas...

–Yo habitualmente digo lo que pienso y luego cada uno puede interpretarlo como sea. Yo creo que no se interpretó bien lo que dije. Yo defendía que esta es una profesión en la que es muy difícil tener un horario, porque las noticias no tienen un horario. Que eso genera muchos problemas de conciliación, claro. Que no está pagado, claro. Eso también lo digo. Yo entiendo la profesión estando cuando pasan las cosas, al menos yo me hice periodista para eso.

–Supongo que hay coberturas que quedan grabadas a fuego, ¿cuál es la suya?

–He hecho muchas y de todas me llevo alguna cosa. Desde las más complicadas como las revueltas en Egipto a otra que, en principio, era más normal, que fue la muerte de Juan Pablo II, pero que creo que nunca había vivido una movilización de gente tan bestial. También estar en San Sebastián el día en el que ETA anunció el fin de la violencia, la más reciente en la frontera con Ucrania viendo la llegada de los refugiados. Por eso me gusta hacer coberturas, porque de todas te llevas una parte de la historia para ti.

–¿Ayuda a poner bien los pies en la tierra?

–Primero es que entiendes mucho más las cosas que pasan cuando sales del estudio, cuando pisas la calle. Puede ser en un barrio, en tu ciudad. Una de las coberturas más maravillosas que hice para Hora 25 fue cuando querían cerrar el Hospital de la Princesa en Madrid. No nos dejaron entrar y lo hicimos desde un bar que había delante del hospital. Fue un programa tan bonito, pero tan bonito... Las coberturas te hacen entender las cosas. Lo mejor para un periodista es cuando ve las cosas y las cuenta en primera persona, por eso son tan importantes. Yo no quiero perder el pulso de la calle, yo quiero salir a hacer cosas fuera.

–¿Contamos demasiadas malas noticias siempre?

–Es que hay muchas malas noticias. Es verdad que muchas veces no le damos suficiente importancia a las buenas, las relegamos. Muchas buenas noticias que nos llegan desde el campo de la ciencia, por ejemplo, de la investigación, las sepultamos sobre otras noticias de actualidad que pensamos que son muy, muy importantes, pero que quizás no tengan la repercusión que puede tener para la gente otro tipo de informaciones.

–Entre la guerra de Ucrania, la pandemia, la inflación, el cambio climático... ¿hay motivos para la esperanza?

–Yo quiero pensar que sí los hay. Pero no son tiempos fáciles, nada fáciles. Ni son fáciles los tiempos que vendrán. Habíamos salido de la pandemia con la crisis económica que arrastró y la guerra nos está sumiendo en otra, estamos pagando unos precios por los carburantes, por la energía y por comprar en el mercado como no habíamos visto en mucho tiempo. Necesito pensar que hay espacio para la esperanza, pero está claro que no van a venir tiempos fáciles.

–¿Esperaba este resultado electoral en Andalucía?

–Era previsible. Que todas las encuestas marcaran la misma tendencia, incluida la del CIS, hacía pensar que la victoria del Partido Popular era más que posible. Lo que para mí fue más sorprendente fue la mayoría absoluta, no pensé que la alcanzaría y, además, con tanta holgura y la facilidad.

–¿Qué lectura hace?

–Pues la lectura que hago es que la izquierda lo ha hecho muy mal, porque no solo no han ganado sino que se han pegado un batacazo. Y Juanma Moreno ha sabido rentabilizar el voto de aquellos que temían que la ultraderecha entrara en el Gobierno y, también, la gestión de estos cuatro años en el cargo, sea buena, mala, regular, cada uno tendrá su opinión, pero ha sabido rentabilizarla.

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