Álvaro Díaz Lorenzo | Cineasta

“Por cada euro invertido, mis películas devuelven cinco”

El director Álvaro Díaz Lorenzo, en acción.

El director Álvaro Díaz Lorenzo, en acción. / Julio Vergne

Con películas como Los Japón y Señor, dame paciencia, el director y guionista Álvaro Díaz Lorenzo, nacido en Madrid y criado en Fuengirola, ha conquistado la taquilla sin tomar prisioneros. Este viernes estrena La lista de los deseos, una cinta de tono agridulce protagonizada por María León, Victoria Abril y Silvia Alonso que debió presentarse en el Festival de Málaga aunque finalmente el aplazamiento del certamen impidió su pase a concurso. Además, Díaz Lorenzo tiene previsto rodar también en Málaga la serie Desamor, una comedia romántica con su sello personal.

-Su nueva película cuenta una historia de mujeres. ¿Había llegado la hora?

-Sí, desde hace mucho tiempo tenía ganas de hacer algo así. En La lista de los deseos, el cáncer une a tres mujeres. Y también me apetecía abordar la enfermedad de una manera distinta, no con humor pero sí de una forma más distendida, con la atención puesta en la posible luz al final del túnel. Y para eso necesitaba a tres actrices en las que el público pudiera creer.

-¿De ahí la elección de Victoria Abril, María León y Silvia Alonso?

-Escribí el papel protagonista expresamente para María León, quien aceptó hacerlo enseguida. Victoria Abril y Silvia Alonso me dieron después el sí y la verdad es que las tres me han facilitado mucho el trabajo en cada cambio de guión, a la hora de tomar ciertas decisiones. El primer día de rodaje se hicieron con sus personajes y ya no los soltaron. Sin esa entrega, me habría resultado muy difícil hablar sobre el cáncer como yo quería hacerlo: con sentido común, sin mover necesariamente a la risa pero de la manera más pegada al día a día de una enfermedad así.

-¿Considera que el público recibirá bien una historia sobre el cáncer que no se ajuste al canon de la tragedia, que incluso se asome con soltura a la comedia?

-No oculto que hay un riesgo. De hecho, el proyecto estuvo en manos de varias televisiones que lo rechazaron porque no lo consideraban apropiado. Sin embargo, el público tiene antecedentes claros de esta película en otras como 50/50 o Cuarta planta, donde no se descartan la risa ni la ternura a la hora de abordar el cáncer. Tal vez esos dos títulos han sido mis referentes principales en este trabajo.

-También es La lista de los deseos una road movie de factura clásica. ¿Tenía otra espinita que quitarse en este sentido?

-Sí, quería jugar con la idea del viaje como representación de la misma vida. Cuando vas de viaje lo ves todo de otra manera, y en parte la película va sobre esto. Me alegra que la veas como una road movie clásica porque es lo que pretendíamos. Primero, y fundamentalmente, a través del trabajo con la luz que ha hecho mi director de fotografía, Valentín Álvarez; pero también con una especial intención de ir a lo esencial. Hemos hecho esta película sin artilugios, sin más juguetes que los justos, con poca grúa y mucha puesta en escena.

"Quería hablar sobre el cáncer con sentido común, sin risa pero con la mirada en la posible luz al final del túnel"

-¿Qué escena fue la más difícil de rodar?

-La escena en la que el personaje de María León se corta el pelo al cero. Desde el principio estaba claro que había que hacerla en una sola toma y en plano fijo. Algo rematadamente complicado, vaya. No había más remedio que aprender a hacerlo ante la cámara. Y lo cierto es que desde que rodamos esa escena la película creció muchísimo. En otra escena teníamos previsto utilizar unas lámparas japonesas para enviar deseos escritos al cielo pero se fastidió todo en el último momento, así que tuvimos que reescribir el guión en diez minutos y seguir adelante. De nuevo, la implicación del reparto resultó decisiva.

-Perdone que insista: hay también un tono de comedia clásica que se percibe sobre todo en los personajes secundarios, como los de Salva Reina y Paco Tous.

-Así es. Rafael Azcona y Billy Wilder coincidían al señalar que, en una buena comedia, las tres únicas frases que dice un personaje pueden ser las tres mejores frases de toda la película.

-¿Cómo cree que condicionará el periodo de cuarentena al público a la hora de recibir su película?

-Espero que para bien. La gente se ha pasado cien días en su casa y ha tenido tiempo para pensar en su vida, en sus historias particulares, sus éxitos y sus fracasos. Y ésa es la premisa idónea para ver la película.

-¿Diría usted que el cine español cuenta ya con un respaldo suficiente en taquilla, o echa de menos una mayor protección?

-Yo tengo la inmensa suerte de que mis películas han funcionado muy bien en taquilla. Cerca de dos millones de personas han ido al cine a verlas. Más allá de esto, sí te puedo decir que a la gente le gusta encontrar en la pantalla historias que puede considerar cercanas. Lo que no entiendo, por ejemplo, es que se hagan remakes de comedias francesas o italianas estrenadas dos años antes. ¡Pero si lo que al cine español se le da bien es precisamente la comedia! En cuanto a la protección, es cierto que el modelo francés de cuota de pantalla podría dar buenos resultados aquí. Y también es verdad que España invierte cada año en su cine unos 60 millones de euros mientras que en Francia la inversión alcanza los 700 millones y en Italia los 500. Pero habría que insistir en el retorno de las inversiones: por cada euro invertido, mis películas devuelven cinco.

-¿Lo importante, al final, es seguir rodando?

-Por supuesto. En este oficio fracasas una y otra vez hasta que al fin logras levantar una película. Y así sucede con cada una. No es nada fácil. Pero aquí estamos, haciéndolas, a pesar de todo

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