Enfoque BBVA

La ciudad de la alegría

  • Quinientas personas habitan el complejo educativo asistencial que la Orden San Juan de Dios creó para el pleno desarrollo de personas con discapacidad. Antonio Bernal es su padrino en BBVA.

Está en Sevilla, concretamente en Alcalá de Guadaíra, a unos 15 kilómetros de la capital. Aquí no viven personas al límite del deshaucio vital, como las que retrata la novela La ciudad de la alegría de Dominique Lapierre, ambientada en Calcuta (India). Tampoco son vidas noveladas. Los protagonistas de este reportaje son reales, con necesidades muy concretas, que son ayudados cada día por personas de carne y hueso que muchas veces dejan de cubrir las suyas por el hecho de atenderles. Todos, niños y niñas con deficiencia, hermanos de la Orden San Juan de Dios y voluntarios forman la gran familia de la Ciudad San Juan de Dios de Alcalá.

Esaú Pérez Jiménez es el director de esta institución y cuenta que "en el día a día, funciona como su propio nombre indica, como una ciudad. Aquí nos congregamos a diario casi quinientos habitantes en una actividad permanente de veinticuatro horas: hermanos y directivos, en la búsqueda de la viabilidad y sostenibilidad del conjunto; los profesionales y técnicos de las distintas áreas entregados a extraer de cada uno de nuestros chicos y chicas las mayores capacidades posibles y su mejor desarrollo personal biopsicosocial y espiritual; y cada uno de nuestros niños en la progresión diaria y en el esfuerzo por dar pasos nuevos".

El tiempo parece girar aquí en torno a dar y recibir alegría, lo que permite desarrollar con la máxima ilusión y esfuerzo las tareas que cada uno tiene encomendadas para lograr el mayor desarrollo personal de los chicos en todas las facetas de su vida: afectiva, emocional, familiar y laboral.

Esta gran ciudad aloja un área destinada a la formación en jardinería de los muchachos, que ha contado con la financiación de BBVA. Fue uno de los proyectos galardonados en la pasada edición de Territorios Solidarios. Antonio Bernal, sevillano de Carrión de los Céspedes, responsables de las oficinas de Alcalá de Guadaíra, fue el padrino del proyecto, es decir, que propuso la candidatura en el certamen y la promovió entre sus compañeros.

Él mismo explica que "la iniciativa (Adecuación del Taller de Agraria) ha contribuido a poner en valor unas instalaciones importantes para el desarrollo de más de 100 personas". En este espacio, Esaú Pérez aclara que "se desarrollan actividades agropecuarias, que es un área que permite muchos logros a las personas con discapacidad intelectual, ya que las rutinas necesarias para esta profesión requieren sobre todo impulso físico".

Algunos de estos chicos y chicas ya forman parte de empresas relacionadas con labores de jardinería. Más allá de su valiosa repercusión integradora, el proyecto repercute también, y muy directamente, en la vida de los voluntarios de la Orden. "Recibimos mucho más de lo que les damos", "sorprende el cariño que nos regalan" o "con sus miradas, sonrisas y gestos demuestran una enorme gratitud para lo poco que les ofrecemos" son las frases más repetidas de los voluntarios cuando se les pregunta por su día a día en el centro, donde, en su conjunto, "son atendidos casi trescientos chicos y chicas con edades comprendidas entre los tres y los cincuenta años", explica su director. Buena parte de ellos proceden de entornos familiares desestructurados y de gran necesidad material, "lo que nos obliga a prestar también a estos familiares una asistencia directa procurándole los recursos básicos vitales", añade. Es el caso del "supermercado de los viernes", jornada en la que se hacen las entregas de los alimentos.

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