El Rocío

La vida se sueña en Almonte

  • Los vecinos cuentan las horas para vivir el encuentro con la Virgen del Rocío y los días para despedirse de Ella

  • La marcha de la Blanca Paloma será también difícil para los negocios

Ambiente en Almonte.

Ambiente en Almonte. / Josué Correa

Soñar nunca ha sido tan fácil. Almonte vive en estos momentos en otra dimensión. Separada del mundo. Alejada de todo. Inmersa en el amor. Un amor que ya huele a despedida. Pero un hasta pronto. Porque a los amores de la primavera nunca hay que decir adiós. Y son esos caminos de la nostalgia, de los recuerdos, y de la añoranza, los que se engalanan con fe para una fotografía que se renueva cada siete años pero a los que ahora hay que sumar dos. De ahí, que esos caminos también sean los del corazón. Y los de la impaciencia de un pueblo que ha sabido esperar como nadie. Y que ha tenido a la Virgen como nunca. Esos caminos son los del amor a una Madre que saldrá a su encuentro para soñar despierto, que es como sueñan los enamorados. 

Estos días no hay que pedir un carné en el interior de la parroquia de la Asunción para saber quién es vecino y quién no. Todo se queda en casa. Y se guarda en el interior. Como las lágrimas de una mujer mayor que se traga la emoción a los pies del altar. Como el pensamiento de un varón, camisa de manga corta, botines de tacón, que aguarda la respuesta en los ojos de la Virgen desde el fondo del templo. Todo queda en casa, como el selfie de las dos vecinas que inmortalizan un encuentro que no se volverá a repetir hasta dentro de cinco años. Como los que, allí, en silencio, sin ni siquiera pestañear, pasan el tiempo de pie, de brazos cruzados. Y sin mediar palabra, con la mirada perdida esperan que todo se consuma. 

Almonte vive en estos momentos en otra dimensión. En la que solo saben entrar los almonteños. De ahí que se sepa quién es vecino y quién es turista de un simple vistazo. Todos hijos de Dios. Pero ahora el que sueña es el de Almonte. Y nunca ha sido tan fácil. 

Aunque la despedida será difícil. Que se lo digan a los negocios que levantan su persiana al calor de la Patrona. El turismo ha desembarcado en Almonte más tiempo del que debía la tradición. "Nos tenemos que hacer a la idea de que la Virgen se va al Rocío", expresó José María Martínez, empleado de La sacristía de Doñana. Un bar, que tiene el privilegio de ser el más cercano a la iglesia, y en el que se ha notado la visita de rocieros, devotos y curiosos. Y es por ello que hay hasta un rincón para adquirir recuerdos de la Virgen. No solo allí, prácticamente en los negocios de casi cualquier sector.

Hay incluso tiendas que tienen vida temporal. Abren cuando llega la Blanca Paloma y cierra cuando se va. El 19 de agosto de 2019 se abrió Mi Lola 2019. Un espacio de trajes de flamenca que "era solo para cuando estuviera la Virgen", explicaron desde el establecimiento. Llegó el confinamiento. Y abrió de nuevo con un espacio para ropa normal. "Y ahora estamos un poco remontando. Creo que vamos a quedarnos porque nos fue bien", gracias a la reacción de los vecinos. Aunque no dudaron en señalar que la crisis se ha notado y la guerra en Ucrania "nos ha hecho que cerraran mercados y no vinieran telas. Ahora, también, venden velas. Y recuerdos. Hasta que se vaya la Virgen. Que al final es el centro de todo. Hasta de los sueños. 

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