Rocio

El centenario de la coronación y el Año Jubilar marcan El Rocío

  • El obispo José Vilaplana abre la puerta santa y el arzobispo Juan José Asenjo preside la misa conmemorativa de la coronación en el santuario

La Virgen del Rocío en su procesión rodeada de sus devotos.

La Virgen del Rocío en su procesión rodeada de sus devotos. / Josué Correa

La romería del Rocío tuvo muchos momentos especiales al estar enmarcada por la efemérides del centenario de la coronación canónica de la Blanca Paloma. El viernes comenzaba la presentación de las hermandades de manera oficial, la de El Viso del Alcor abría el camino a las 124 filiales que llegaban de sus caminos acompañadas de nuevas tecnologías como GPS dispuestas para todas por el Plan Romero, que promueve la Junta de Andalucía como necesaria colaboración para hacer posible tal movimiento de personas.

Se abría así una romería del Rocío en la que todo giró entorno a ese gran acontecimiento de la apertura de nueva puerta al cielo rociero con el Año Jubilar, tenía lugar el sábado, que venía a coincidir con el de la coronación. El obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana Blasco, acompañado por los prelados andaluces, abrió la puerta jubilar, a lo que siguió una solemene eucaristía que presidió el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo.

José Vilaplana dijo que “la puerta es signo de la misericordia de Dios Padre, que nos acoge siempre. Dejémonos abrazar por Él, Jesucristo es la puerta. Entremos por ella dispuestos a seguir las huellas del Buen Pastor, bajo el impulso del Espíritu Santo y acompañados por nuestra Madre, la Virgen del Rocío”.La presentación de las hermandades se inició de una manera muy especial, con una presentación de la Guardia Civil que rendía honores ante la puerta principal del santuario, al coincidir esta romería con la del 175 aniversario de la Benemérita, con escuadrón de caballería que se incorporó desde El Real para realizar una ofrenda floral ante la Blanca Paloma.

Este era el año de despedida de Juan Ignacio Reales Espina que había llegado a sus ochos años de los dos mandatos como presidente de la Hermandad Matriz.Muchas realizaciones en este tiempo, desde un mayor compromiso por el pueblo de Almonte para portar a su Patrona tras la rotura del varal del paso. Un balance muy positivo de un tiempo que culminaba después de un gran trabajo en el que se va extendiendo la devoción a la Virgen del Rocío más allá de las propias hermandades, destacando que son mayoría los que vienen de fuera del mundo rociero. A lo que suma esa misa diaria en el santuario.

El centenario de la coronación canónica movilizó también a todo el mundo rociero con un hermoso regalo, como es la nueva corona que se recibía el sábado 4 de mayo. Una iniciativa de los rocieros de Valverde del Camino, seguida por todas las hermandades y devotos que hicieron posible los hermanos Delgado, en un artístico trabajo de orfebrería. Resultó un acto entrañable, con la procesión que se organizó con la corona hasta llegar a los pies de la Blanca Paloma. Mientras, la corona del Divino Pastorcito que fue regalo del pueblo de Almonte. Una corona de amor en la que iban reflejadas todas las plegarias de tantos que contribuyeron a ella e hicieron posible una jornada histórica en la que se contó con los cánticos del Coro Basilical de Nuestra Señora de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda.

Esta efemérides vistió a la Virgen de sol con el ofrecimiento de un terno completo, un conjunto único ofrecido por el pueblo de Jerez de la Frontera gracias a la iniciativa de Fernando Calderón, que puso su taller a disposición de esta gran obra. Un trabajo realizado en oro fino sobre un tisú con unas connotaciones muy especiales, querían dotar a este terno de unas características especiales para darle una variedad y riqueza ornamental que completara un ajuar distinto dentro de un clasicismo. Incluye letras de las sevillanas de Muñoz y Pavón o la leyenda “Que todo el mundo sea rociero”, de Juan Pablo II.

Todo quedó concentrado en la explosión rociera de las cerca de nueve horas y media de procesión de la Virgen del Rocío por su aldea. Se habían vivido momentos muy intensos en esta romería.

A la luz del día, el paso de la Virgen deslumbraba de belleza. Un palio que se completa como en antaño con las bambalinas de tela, que le dan belleza, movimiento y equilibra los tonos oro del conjunto. Radiante como ningún año, por tantas ofrendas de devoción que suponían estos estrenos de la hermosa corona y el traje de la Virgen y del Niño. Si emocionante era tenerla de frente en este singular conjunto, verla irse con la mirada en el manto tenía la fuerza del recuerdo a San Juan Pablo II, con su escudo bien visible.

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