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"Mi lealtad institucional está dando sus frutos ahora"

  • El alcaldable del PA recuerda sus primeros años de compromiso político, siempre con el andalucismo, y descubre una gran pasión: la montaña, siempre preparando él mismo el viaje

SI mi abuelo me viera ahora". Manuel de Bernardo, candidato del Partido Andalucista (PA) a la Alcaldía de La Isla, recuerda el pasado. A los años de infancia cuando su abuelo le inculcó ese apego a la ciudad, ese gusto por lo autóctono, esa defensa de la tierra. Y, más tarde, a sus años de juventud, con sus primeros pasos en el ámbito político, aunque lejos de la actividad política, "como un chaval en pantalón corto que ayudaba a poner carteles a los primeros andalucistas de San Fernando, a Andrés [Ruiz Pizones], a Zapata, a los primeros concejales". Ambas vertientes se observan en el político de ahora, el que se ha curtido en años de gestión fuera y dentro de los límites isleños, que se toma la política como "un pasión, una creencia, una entrega, una vocación". Por eso, la foto se toma en una de sus pasiones: el fútbol, más concretamente, el San Fernando. Por eso, sin embargo, la entrevista, la charla, se desarrolla en su despacho de Alcaldía, un lugar lleno de expedientes, documentos, agendas, libros de La Isla, teléfonos -móviles y fijos, algunos ya antiguos-. Curiosamente, sin ordenador.

La vinculación a San Fernando proviene de la parte materna. "Mi bisabuelo, Manuel Martínez Caballero, fue el último constructor de barcos del Zaporito", cuenta. Su abuelo era un cañaílla acérrimo. "Me llevó de chiquitito a un par de partidos y desde entonces siempre ha sido aficionado", pone de ejemplo. Lo acompañaba a pescar por los esteros. Otro de sus sentimientos ligados a la ciudad, por la Virgen del Carmen, también le viene de ahí: su abuelo fue mayordomo del Carmen. En definitiva, ese lazo que le ata a La Isla antigua se lo debe a él.

Menor parece la influencia del legado paterno en su parte de Manuel político. La semilla política creció, sin duda, por el momento histórico que le tocó disfrutar. A pesar de que su bisabuelo estuvo muy metido en política, allá por las tierras gallegas, según le contó su progenitor. La primera manifestación a la que acudió, "le dije a mis padres que estaba haciendo un trabajo de física con unos amigos", confiesa, fue con 14 años, un 4 de diciembre de 1979, cuando los andaluces salieron a la calle para reclamar la Autonomía. Su compromiso se vislumbra en las protestas en contra de la selectividad cuando estudiaba. "Éramos muchos", apunta. En El Liceo había gente muy comprometida, señala. Se hizo militante andalucista en 1986, antes había participado en las juventudes. Siempre ligado al andalucismo. Y lo explica: "Esta tierra puede ser la más rica de España. Estoy convencido. Siempre lo he estado".

Pero siempre tuvo algo muy claro, que no ocuparía cargo público alguno mientras no tuviera una estabilidad profesional: terminar la carrera, tener un trabajo y abrir un despacho. De hecho, fue así. "Dejé el despacho después de dos años, cuando entré en la política activa", cuenta. Lo descartó primero. Luego vendría la excedencia de su puesto de funcionario del grupo A.

La trayectoria política del alcaldable andalucista ha estado marcada por la influencia local, aunque fue vicepresidente de Diputación, responsable del área de Economía. "Me aportó experiencia de gestión. Y puedes preguntarle a los alcaldes de entonces. Siempre trabajé desde la lealtad institucional fueran del color que fueran". Eso le ha reportado ahora, como alcalde, "muchos logros, fruto, asegura, de aquella época, de la gente que conocí entonces".

De Bernardo mantuvo durante años su plaza de profesor asociado en la Universidad de Cádiz (UCA). "No he terminado la tesis, aunque la tengo muy avanzada. Cada septiembre hago el propósito de ponerme, pero después el día a día se lo impide", reconoce. Porque tiene poco tiempo libre y se lo dedica a su familia: "Resto tiempo al ocio y a los amigos para dedicárselo a mi mujer y mis tres hijos. El 90% de los días intento comer en casa". Por eso ya no va a algunos desplazamientos del San Fernando fuera de casa. Por eso ya no escucha música. Solo hay un resquicio para desconectar más allá de la familia. Por la noche, con el ordenador por delante y la conexión a internet, se deja llevar por otra de sus pasiones: la búsqueda de rutas, ofertas de vuelo, hoteles pequeños o casas rurales para viajar a la montaña. "Me gusta la montaña, mis ratos de frío", afirma. Especialmente, le encantan Los Alpes, "para pasear, para hacer senderismo, para tomarse una cerveza, ver paisajes o sentarse en los pueblos pequeñitos", descubre. "Cuando viajo no hago las tradicionales escapadas de las que la gente disfruta", comenta.

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