Educación

Bolonia reabre el debate dentro y fuera de las aulas universitarias

  • Los universitarios reivindican un referéndum vinculante que abra el debate sobre los cambios que se avecinan. Mientras, quieren que todo el proceso de reforma quede paralizado.

El Ministerio de Ciencia e Innovación, dirigido por Cristina Garmendia, afrontará en este nuevo año la recta final para la reforma del sistema universitario español mediante la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), conocido como "proceso de Bolonia", a pesar de las protestas estudiantiles para paralizar la iniciativa europea. Y es que si 2008 terminó con manifestaciones y encierros en facultades de toda España, el movimiento "antibolonia" ya ha avisado que se recrudecerá en 2009.

Este proceso, que implica modificar las carreras con el fin de hacer homologables los estudios en toda Europa, comenzó a gestarse en 1999 con la Declaración de Bolonia, pasando por los distintos gobiernos, tanto del PP como del PSOE, y tiene como límite el año 2010. A partir de esa fecha, toda la oferta de enseñanzas de las universidades españolas deberá estar adaptada al nuevo modelo, diseñado por los representantes de 46 países, en un marco que facilite la movilidad de estudiantes y titulados. El texto establece una nueva ordenación para los estudios universitarios, denominando ahora como grados las antiguas licenciaturas y diplomaturas. Bolonia también implantará un nuevo sistema de créditos que será común para todos los países adheridos a la declaración.

Algo más de la mitad de los campus españoles, 16 de los 48, tanto públicos como privados, ofrecerán el próximo curso 2009-2010 nuevas titulaciones adaptadas a Bolonia. De la oferta de 162 nuevos títulos, verificados por la Agencia Nacional de Evaluación y Calidad de la Acreditación (Aneca) y posteriormente aprobados por el Consejo de Universidades, 84 se corresponden con estudios del área de Ciencias Sociales y Jurídicas; 41 a Ingenierías y Arquitectura; 34 del área de la Salud; 30 de Artes y Humanidades; y 11 de Ciencias.

Las quejas no han venido sólo de los estudiantes. También hubo protestas de rectores ante el departamento de Garmendia por el movimiento "creciente" y con "consecuencias imprevisibles" frente al Espacio Europeo; denuncias de ingenieros de Informática por no tener un título universitario con competencias profesionales como el resto de las ingenierías; y la desaprobación de los grupos parlamentarios sobre la gestión del Gobierno en esta materia.

El movimiento "antibolonia" está ahora más vivo que nunca; la inminencia de la aplicación del plan ha hecho que cada vez sea más visible y ha alcanzado por primera vez una dimensión estatal. Los universitarios reivindican, sobre todo, un referéndum vinculante que abra el debate sobre los cambios que se avecinan, y mientras se produce ese momento quieren que todo el proceso de reforma quede paralizado. Temen llegar a estar menos cualificados con el título de grado, no poder acceder luego a los másteres y postgrados, la generalización de las becas-préstamo o que lleguen a desaparecer algunas titulaciones.

Puede ser demasiado tarde para frenar el proceso, pero los estudiantes han logrado ya la victoria de que el debate público sobre Bolonia esté en la calle.

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