Tribuna Económica

Gumersindo Ruiz

La rodilla de Carlos

Nunca habíamos dudado que se aprobaría un fondo de cohesión en la Unión Europea para hacer frente al inmenso problema sanitario y económico, pero el Next Generation EU no se entiende sin el mecanismo financiero plurianual (MFP) de la UE de 27 países; es un plan de urgencia que complementa el espíritu presupuestario europeo. El Next Generation aporta 750.000 millones de euros, el 52% para ayudas y el 48 en préstamos en condiciones excepcionales, que se añaden a los 1,23 millones de millones de euros del MFP para 2021 a 2027, y a los 5 millones de millones de euros del balance del Banco Central Europeo, dedicado a comprar deuda pública y privada.

La lectura de los términos del Next Generation hay que hacerla junto con el MFP. No se ponen condiciones concretas a los países, pero se insiste en que sus planes deben potenciar el crecimiento (el potencial es la mano de obra por productividad, para una demanda dada); crear empleo; y tener capacidad para superar las circunstancias traumáticas (resiliencia), tanto económica como social. El empleo ayuda sin duda a la resiliencia, pero no necesariamente a la cohesión social, por lo que se establece como objetivo independiente la inclusión y los valores comunes. En la reducción de las disparidades económicas y sociales, están las territoriales, y las comunidades autónomas tienen un trabajo enorme creando proyectos que respondan a los criterios de Next Generation y MFP; a los partidos políticos hay que exigirles coherencia entre lo que piden en las comunidades y al estado. España no ha negociado mal, ya que el criterio para las nuevas ayudas no es el aumento del paro que puede no subir excesivamente en 2020 por los ERTE, sino la caída del producto que va a ser fuerte. Las reformas que más se mencionan son la digital, innovación, y ecológica (recibe el 30 por ciento de los presupuestos) para la transformación productiva y competitividad. Y en cuanto a los ingresos, se habla de nuevos impuestos -es obvio que habrá que cubrir el endeudamiento- sobre plásticos no reciclados, impuesto digital, sobre transacciones bursátiles, y revisión de derechos de emisión aéreo y marítimo.

Hay tres ideas en que podemos resumir todo esto. La primera es que, como hemos sostenido siempre, ni la Unión Europea ni España tienen un problema de solvencia y liquidez; la segunda, que el problema económico general tiene solución mientras no aumente los contagios, que sigue siendo la principal incógnita. Y la tercera, que los efectos sobre sectores y empresas concretas depende de sus circunstancias en la pandemia, y no sólo de las medidas y ayudas. Hay una idea más, que pertenece al ámbito de la física y la psicología. Cuando se explica el efecto o impacto de la transferencia de energía se pone el ejemplo de Lola y Carlos, que se gustan; en una reunión Lola toca la rodilla de Carlos y éste se ruboriza, lo que no ocurre si alguien al pasar toca su rodilla. En un caso la energía del contacto produce una fuente de calor, y en el otro no. Quizás sugiera algo este ejemplo para empresas y personas, por la ilusión, confianza, cercanía, que -junto con los apoyos materiales- necesitamos en estos momentos, para reaccionar con emociones inteligentes y sensibles.

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