el poliedro

Tacho Rufino

Dos años con las cuentas de rajoy

Salvo la parálisis financiera de autonomías y pensiones, los efectos del 'no Gobierno' son más teóricos que prácticosNo cabe sino pasmarse a la vista de los escasos efectos del limbo gubernativo

Desde este martes, el esperpento está servido en bandeja por nuestra clase política, que se da todas las trazas del bajo coste y la preponderancia de la fachada sobre el fondo, y no digamos sobre el trabajo, es decir, su trabajo: servir a los ciudadanos que los votaron; y también a los que no, si es que están en funciones de Gobierno. El esperpento; y el trile, la mentira y el digodiego, tan de Sánchez y de su digno émulo liberal, Rivera, estaba servido desde hace más de un año, y no pocos son los que lo testimoniaron -profetizando sobre seguro- en las tertulias y en los papeles. Escribió lo siguiente el inmenso Forges en una viñeta (aunque por el aspecto de los personajes se refería a pijos del PP, lo haremos extensible a pijos de RayBan de volar en Falcon, a pijos que lucen chorba que es cantante monocorde, e incluso a pijos de casoplón que ostentan aire contrasistema; Casado quizá dimita tras las elecciones): "Tenemos que volver a ilusionar a nuestros simpatizantes... ¿qué se os ocurre?", "Dimitamos".

Nuestro actual plantel político no es fiable, y en particular no lo es el líder del partido más votado. No mucho más votado, a decir verdad, o al menos no lo suficiente para gobernar, y ni siquiera para saber gobernar más allá de la cobertura de su espalda y su subsiguiente tramo. Yo no dudo que el pueblo soberano entrará de nuevo a la muleta, y el ejercicio del poder gubernamental en periodo electoral volverá a rentar a Sánchez más votos de los obtenidos en las anteriores elecciones. La única coartada para el fracaso de no formar Gobierno y habernos sometido a un insoportable teatrillo de negociadores infantiloides y, en el fondo, en falsete es que el presidente en funciones ha puesto un dique ante el nacionalismo ciego y rico de media Cataluña y a la indulgencia que el socio más probable, Podemos, mantiene hacia ese independentismo, espantándonos a muchos de confiarles el voto. Cabe preguntarle a esa izquierda española, que comprende y promueve con la boca chica la secesión de la insolidaridad fiscal: ¿Cuándo y dónde pararíamos los referéndums de independencia, tan democráticos? ¿Hasta el distrito con más renta per cápita de cada ciudad y pueblo, en una lógica corrosiva e infinitesimal? Por favor.

La pregunta del millón renace de sus rescoldos, que no de sus cenizas, porque es un tema candente: ¿qué influencia tiene este limbo legislativo, ejecutivo y administrativo en la economía? La consideración cero es que los políticos son prescindibles, pero eso es poner goma-2 en los cimientos del sistema. Así que eliminamos esa respuesta; hay otras. Las patronales afirman que la inestabilidad -¿la hay?, ¿y cuánta?- daña a la inversión, el empleo, el crecimiento, aunque España crece al 2,4%: la cifra no es mala. Los sindicatos, con razón, reclaman que las pensiones y los salarios públicos -no los privados, al menos por esta causa- se congelan de hecho sin nuevos presupuestos, lo cual es simplemente verdad. Las comunidades autónomas, con más razón que dieciséis santos, claman por estar asfixiadas sin recibir por la parálisis presupuestaria los dineros que son suyos y son indispensables para ejercer sus funciones, que son casi todas. Esto es muy grave. La cosa va de presupuesto, y no tanto de cargos políticos en cubículos del organigrama público: los técnicos son unos suplentes de lujo de los cargos políticos (bueno, son titulares, ya se ve). Y una paradoja es acojonante, y no poco acongojante: estos presupuestos son "los de Rajoy y Montoro", llevamos dos años de socialismo nominal con ellos. Para qué ha servido la moción de censura que fulminó al gallego, eso es algo que económicamente no está nada claro. De hecho, este plan límbico está dejando a la política presupuestaria a la altura de un gran truño de res. Para hacérnoslo mirar.

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