Tribuna Económica

Joaquín Aurioles

Desigualdad e ineficiencia

Si una persona tiene más oportunidades que otra para formarse o encontrar empleo, también será mayor la probabilidad de que desarrolle sus potencialidades, con beneficio tanto para ella como para el conjunto de la sociedad. Si una mujer tiene menos oportunidades que un hombre, es también probable que consiga un menor aprovechamiento de sus capacidades, con el consiguiente perjuicio personal y colectivo. Es fácil deducir de estos ejemplos que, si las oportunidades son muy diferentes, el resultado será una sociedad injusta e ineficiente.

Al comienzo de la democracia, las diferencias de clase eran mayores que las actuales y las oportunidades para las mujeres eran muy inferiores a las de los hombres y la sociedad española era injusta e ineficiente. En ambas cosas se han conseguido avances importantes, aunque todavía quede tanto por hacer. También lo era porque las oportunidades para el desarrollo de las capacidades individuales eran muy diferentes por autonomías.

Cuando la relación entre el tamaño de la población y el de la economía y el empleo difieren entre regiones, decimos que la asignación de los recursos es ineficiente y que existe un desequilibrio territorial. Si no existen interferencias políticas, los flujos de trabajo y capital persistirán hasta que los salarios reales tiendan a nivelarse en todas las regiones y a igualarse con el producto marginal del trabajo (la productividad), mientras que el rendimiento marginal del capital terminará igualándose al tipo de interés nacional.

Sabemos que, incluso sin ningún tipo de intervención política, será difícil que el equilibrio descrito llegue a alcanzarse, pero sí cabe esperar que el trabajo, los salarios y el capital se comporten como indica la teoría y el desequilibrio tienda a reducirse. La realidad, sin embargo, es que cuatro décadas después, las proporciones entre población, economía y mercados de trabajo regionales son tan desiguales, o más que entonces.

Observemos el PIB por habitante en 1980. Extremadura (42% por debajo de la media nacional), Andalucía (25,3%) y Galicia (19,8%) eran las comunidades más atrasadas, mientras que el País Vasco era la más rica (un 30,6% superior a la media). En 2017, Extremadura y Andalucía seguían siendo las más atrasadas, pero Extremadura un 12% menos, mientras que Andalucía había empeorado en 7 décimas. Galicia consiguió dejar atrás a Castilla-La Mancha, Asturias y Canarias, pero la más beneficiada del Estado de las Autonomías ha sido, sin duda, Madrid, que desplazó del primer puesto al País Vasco, que también está entre los más favorecidos.

Pocas cosas han cambiado respecto de la sociedad injusta e ineficiente de los 80, pero ¿cuál es el coste de que el trabajo y el capital estén tan mal repartidos por regiones? Es difícil de saber, pero hace un año que la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas nos dieron una pista. Si todas las regiones se hubiesen comportado como la más eficiente (Navarra) desde 2000, el PIB por habitante de los españoles sería un 15% superior al actual. Italia y Francia estarían detrás de España, que se habría convertido en el sexto país más rico de la Unión Europea.

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