Tribuna Económica

Carmen Pérez

Caída de la tasa de ahorro: ¿vuelta al pasado?

Esta semana, concretamente el martes 31 de octubre, se celebró el Día Mundial del Ahorro. Con este día se quiere resaltar lo esencial del ahorro a nivel macroeconómico y que sirva a la vez para que la población tome conciencia sobre su importancia para el buen desarrollo de sus economías individuales. Pero no serán pocas las personas que al enterarse de lo que se festeja pensarán que sí, que ojalá pudieran, pero que les resulta del todo imposible si cada final de mes sus cuentas terminan en números rojos. Poco se puede ahorrar con bajos salarios, como los de los empleos que el mercado de trabajo español está generando. No obstante lo anterior, el nivel de ahorro no depende sólo y proporcionalmente de la mayor o menor capacidad financiera, sino que otros factores lo condicionan.

Así, las expectativas acerca del futuro son determinantes. De hecho, las tasas de ahorro en España han sido especialmente bajas precisamente en épocas de prosperidad económica. Las estadísticas señalan que el ahorro de las familias españolas en 2007, el último de los años de euforia, fue del 5,8% de la renta disponible. Se vivía con la creencia de que la economía seguiría siempre igual de bien, provocando poco ahorro y mucha deuda. Sin embargo, el miedo y la incertidumbre que trajo la crisis disparó la tasa de ahorro hasta situarse en el 13,5% en 2009. En 2016, se volvió de nuevo casi a niveles precrisis, el 6,5%, en parte por las mejores perspectivas económicas actuales.

Una tasa de ahorro muy baja al compararla con otros países europeos, como Italia (10,5%), Francia (14%) o Alemania (17%), aunque sería incorrecto interpretar estos datos sin ponerlos en relación con la mayor propensión a tener una vivienda en propiedad que se tiene en España. En torno al 75% de la riqueza de las familias está invertida en la vivienda habitual, segunda vivienda, locales o garajes. Es decir, sólo queda un 25% disponible para dedicarlo a las finanzas. Además, los bajísimos tipos de interés actuales tampoco animan a incrementar el ahorro financiero, sino que fomentan de nuevo el interés por el mercado inmobiliario.

Las familias españolas, por tanto, son poco "ahorradoras financieras" y, además, cuando toman la opción de las finanzas son más conservadoras que las europeas, aunque las bajas rentabilidades actuales las están empujando a asumir mayores riesgos. La estructura del ahorro en España, según la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones, Inverco, muestra que el 40% del ahorro financiero se encuentra en efectivo, cuentas corrientes y depósitos. La inversión colectiva (fondos de inversión, principalmente) acapara el 14%. La inversión directa (acciones o bonos) supone el 26%, en su mayoría en empresas no cotizadas. El 16,9% restante corresponde a planes de pensiones, seguros de vida, etcétera.

En resumen, mejores expectativas, mayor consumo y menor tasa de ahorro, reactivación del sector inmobiliario y desplazamiento de la inversión financiera hacia productos más arriesgado: una música que resulta familiar aunque suene débil. Es de esperar que suban los salarios, pero que no se repitan los errores del pasado.

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