Tribuna Económica

Joaquín Aurioles

Breve radiografía de los municipios andaluces

Lo que será de nosotros depende del lugar donde nacemos y crecemos. Siempre ha sido así y explica las habilidades adquiridas durante la juventud, el nivel de estudios, las oportunidades de empleo o la emigración. Tienen que ver con la economía del entorno y con la accesibilidad a determinados servicios públicos, como la proximidad de un instituto o un centro de formación profesional, que siempre tendieron a concentrar las mayores oportunidades en las localidades de mayor tamaño.

Andaluces son los cinco municipios españoles entre 10.000 y 40.000 habitantes con menor renta (declarada en IRPF) por habitante (Jódar, Almonte, Fuente Palmera, Íllora y Níjar) y con mayor tasa de paro registrado (Barbate, Vejer, Chipiona, Arcos y La Carolina). Entre los de más de 40.000 habitantes, los tres con menor renta declarada son El Ejido, Sanlúcar y Lucena, mientras que las mayores tasas de paro se registran en La Línea, Jerez, Sanlúcar y Chiclana. El quinto es Ceuta. Por su parte, entre los cinco más endeudados de mayor tamaño están Jaén, Jerez, La Línea y Algeciras y entre los de tamaño medio Los Barrios y Valverde. Los más pequeños han sido excluidos del relato, no porque estén en mejor situación, sino porque en otras comunidades son más abundantes y en peores condiciones que los andaluces.

Son datos recopilados por la web www.datosmacro.com y algunos pueden ser discutibles, pero dibujan nítidamente la enorme dimensión del reto de transformar el marco de oportunidades a la población en muchos municipios. Reconozcamos, pese a ello, el formidable impulso recibido de la mejora en las infraestructuras durante las últimas décadas, pero sobre todo admitamos el potencial de las nuevas tecnologías de la comunicación para cambiar esta realidad. Tiene que ver con la sutil transformación del concepto de economías de aglomeración, tan determinante en el pasado de la concentración de las capacidades productivas en unos lugares y del abandono sistemático de otros, en el de costes de congestión, un valor que intuimos particularmente positivo para Andalucía y reforzado durante el confinamiento.

Las incógnitas superan las certidumbres, pero las circunstancias sugieren que nunca como en estos momentos han existido tantas oportunidades para una gestión municipal con ambición transformadora. Implica apertura y apoyo a los intercambios residenciales con el exterior (aceptar la salida de jóvenes, pero también la receptividad) y nuevos enfoques en asuntos cruciales como el urbanismo, obligado a superar definitivamente la rigidez heredada de los convulsos años del cambio de siglo. Pero la magnitud del reto excede las capacidades municipales. Especialmente en lugares donde los datos se ensañan con particular crudeza, como el Campo de Gibraltar y el litoral gaditano en general. Las condiciones naturales parecen idóneas para la aparición de oportunidades que estuvieron negadas en el pasado, pero circunstancias tan particulares como la fiscalidad paradisiaca de Gibraltar o el narcotráfico sugieren que la receta no funcionará si a los ingredientes económicos y laborales convencionales no se añade una importante dosis de compromiso político.

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