Tribuna Económica

rogelio Velasco

Autopistas y el papel económico del Estado

Las declaraciones del nuevo ministro de Fomento, de no renovar las concesiones de las actuales autopistas de peaje cuando venzan ha desatado la alegría en varias comunidades locales en España, atravesadas actualmente por esas vías de pago. Esto representa, en la práctica, una nacionalización, que creemos no se ha analizado de manera racional.

En contra de la corriente mayoritaria en los países europeos, el Gobierno ha decidido afrontar este coste, sin que se haya justificado económicamente. El Ejecutivo central tendrá que asumir el coste del mantenimiento y renunciar a los impuestos derivados de la actual explotación por empresas privadas y a los potenciales ingresos por la relicitación de las actuales autopistas. Esto va a representar, al menos, mil millones de euros al año. Además, la red viaria española arrastra un déficit de 6.500 millones como consecuencia de la falta de inversión provocada por la recesión.

El Estado español fue incapaz, durante los años de crisis, de dotar recursos para el mantenimiento de toda la red de carreteras y autovías públicas. Esto volverá a suceder cuando un nuevo ciclo recesivo aparezca. Inevitablemente, la red se va deteriorar.

En Europa, la red de autopistas que se construyó después de la II Guerra Mundial se hizo a cargo del Estado. El sector privado era tan débil y las necesidades de la actividad productiva tan grande que no había otra opción. Sin embargo, de manera generalizada comenzó a principios de la década de los ochenta la privatización de las mismas, ante los problemas de déficit fiscal derivados por el segundo shock del petróleo.

La Francia de Mitterrand llevó a cabo el mayor plan de nacionalizaciones que ha tenido lugar en Europa. Grandes bancos, empresas automovilísticas, autopistas. Fue otro socialista, Lionel Jospin, el que revirtió el papel económico del Estado, llevando a cabo un plan de privatizaciones a gran escala para mejorar la capacidad competitiva de las grandes empresas. Adicionalmente, la muy elevada presión sobre los recursos públicos obligaba al Estado a recurrir a cualquier vía para obtener nuevos ingresos. Las autopistas terminaron privatizándose durante el Gobierno socialista de Jospin.

Las razones por las que el Ejecutivo ha tomado esta decisión tienen una clara intención electoralista, cuando algunas se liberen antes de las próximas elecciones generales. La gente va a asociar autopistas gratuitas con el nuevo Gobierno. Naturalmente, los ciudadanos tienen la creencia de que todos los servicios tienen que ser gratuitos, cualesquiera que sean. Y muchos tienen, falsamente, la creencia de que las autopistas gratuitas impulsan la actividad económica de la región, cuando está demostrado por muchos trabajos de investigación que esa idea es falsa.

El papel económico del Estado tiene que cambiar porque la revolución tecnológica que estamos viviendo y la intensa globalización, junto a la carga creciente de gasto social, hacen inviable el papel que tradicionalmente ha jugado durante el último medio siglo. Y uno de ellos es el papel de financiador y promotor de nuevas y costosas infraestructuras, porque carece de recursos para continuar jugándolo.

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