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El verdadero punto de inflexión

  • Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, de los que se van a cumplir veinte años, marcaron un antes y un después en el deporte español, que acabó definitivamente con el complejo de país segundón

A poco más de cuatro meses del inicio de los Juegos de Londres, el deporte español echó la vista atrás para homenajear a los héroes de Barcelona, los medallistas olímpicos, que en aquellos quince días mágicos del verano del 92, cambiaron para siempre la mentalidad del deporte español.

"A día de hoy para mí aún lo más importante no son las veintidós medallas, sino el hecho de que cambiasteis la mentalidad del deporte español y de todo el país. Con vuestros triunfos, con vuestra capacidad de lucha, con vuestra resolución por ganar, mostrasteis a toda España el significado del deporte", señaló el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.

Y es que los Juegos Olímpicos de Barcelona marcaron un antes y un después para el deporte español, que acabó definitivamente en la capital catalana con los complejos, que salvo por esporádicos fogonazos, le habían relegado a un discreto segundo plano en el panorama internacional.

Al menos en la cita olímpica, donde España contaba como su mejor registro con las seis medallas conquistadas en los Juegos de Moscú 80, casi cuatro veces menos que las logradas en Barcelona, donde el equipo español logró veintidós -13 de oro, 7 de plata y 2 de bronce- preseas.

Una cuenta que abrió el ciclista chiclanero José Manuel Moreno Periñán, uno de los más de cincuenta medallistas que acudieron al acto de homenaje organizado por el Comité Olímpico Español y el Foro Marca-Ballesteros en Madrid.

El ciclista en pista, oro en la modalidad de kilómetro contrarreloj, recordó su triunfo en Barcelona, una victoria, que, como reconoció el propio Moreno, nunca hubiera logrado "sin los múltiples amuletos" que llevaba ocultos bajo su ajustado mono de competición.

Una fuerza que la judoca Miriam Blasco, que hizo historia en Barcelona al convertirse en la primera española en colgarse un oro en unos Juegos Olímpicos, encontró en el recuerdo de su entrenador, fallecido apenas un mes antes del inicio de la competición.

O simplemente en una bandera, como la que la madre de Fermín Cacho compró al nacer el corredor, y que el soriano pudo lucir orgulloso en el estadio olímpico de Montjuic, tras imponerse en la final de los 1.500 metros lisos.

Historias de éxitos y, sobre todo, de trabajo y determinación, como la que mostró la regatista Theresa Zabell, para superar la "presión" y colgarse junto a Patricia Guerra el oro en la clase 470, una de las cinco medallas, cuatro de ellas de oro, que logró el equipo de vela español en aguas de Barcelona.

Victorias que cambiaron el destino de toda una generación de deportistas, como a las integrantes del equipo femenino de hockey hierba femenino, que pasaron del anonimato al reconocimiento generalizado, tras lograr un oro "en el que sólo ellas creían".

O el equipo de waterpolo masculino, que pese a perder la final olímpica con Italia, quedó guardado en el imaginario colectivo de una generación de aficionados al deporte, que cuatro años después vieron como los Pedro García, Jesús Rollán o Manel Estiarte lograron en Atlanta el oro que se les escapó en Barcelona.

Medallas que sirvieron para abrir la senda de futuros éxitos del deporte español, como el oro conquistado por la selección olímpica de fútbol, anticipo de la Eurocopa y el Mundial que coronaron casi dos décadas más tarde la trayectoria del fútbol español.

Dos décadas que han cambiado el aspecto de muchos de los protagonistas de unos Juegos de Barcelona, que como señaló el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, forman parte ya "del legado del deporte español", que confía que en 2020, en Madrid, con la disputa de unos nuevos Juegos Olímpicos, reciba un nuevo impulso, como el que vivió en 1992 en Barcelona.

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