Un Barça sobresaliente rozó la proeza ante el Kiel, actual campeón de Europa, que se metió en una nueva final de la Champions a pesar de caer por un claro 44-37 haciendo valer la renta de 10 goles de la ida.
Los de Manolo Cadenas fueron todo intensidad y firmaron unos 15 minutos finales a un nivel estratosférico, ya que encaró el último cuarto del partido con sólo un tanto de diferencia (30-29).
La magia del Palau no fue esta vez suficiente, pero los aficionados vivieron un espectáculo de primera línea. El partido discurría por los cauces previstos y Cadenas decidió jugársela con una presión asfixiante y la velocidad de sus jugadores pequeños. El Barça desarboló a su rival con ataques rápidos. Demetrio Lozano e Iker Romero se mostraron acertados en el lanzamiento y pusieron tierra de por medio, aunque ya era demasiado tarde. Nagy y Lozano fueron expulsados, pero al Barça le dio igual, estaba dispuesto a morir en el empeño. Le dio un buen susto al Kiel, que le sobraron tres goles de la renta de la ida (44-37), toda una enseñanza para el Ciudad Real, su rival en la máxima final continental.
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